Japón ha decidido calificar por primera vez a China como “desafío sin precedentes”, así como adquirir misiles que le permitan ejecutar contraataques o ataques preventivos, según las nuevas directrices nacionales de Defensa que el Gobierno tiene previsto aprobar esta semana.
Tokio emprende su mayor giro en materia de Defensa en décadas con una nueva estrategia que marcará su rumbo en los próximos años, que incluye el incremento del gasto militar hasta equipararlo al nivel de países de la OTAN, y la compra o desarrollos de misiles hipersónicos y de largo alcance, entre otros activos.
El primer ministro nipón, Fumio Kishida, y Natsuo Yamaguchi, el líder del partido Komeito y su socio en la coalición gobernante, mantuvieron este martes una reunión para cerrar los tres documentos que definirán la nueva hoja de ruta de Defensa, y que llega rodeada de críticas debido a su dudoso encaje en la Constitución pacifista nipona y al mayor gasto público en armamento.
MÁS ARMAS ANTE ENTORNO MÁS HOSTIL
Tokio endurece en estos documentos su calificación de China tras la intensificación de las actividades militares de Pekín en torno al archipiélago nipón y la crisis del estrecho de Taiwán.
La mención a estos desarrollos como “un tema gravemente preocupante para Japón y para la comunidad internacional” y como “un desafío estratégico sin precedentes” sirve como justificante para el refuerzo de las capacidades militares planeadas por Japón e incluidas también en sus nuevas directrices de Defensa.
Japón se ve en un “entorno de seguridad cada vez más hostil” debido a las maniobras de Pekín, a los constantes lanzamientos de misiles de Corea del Norte y a la invasión de Ucrania por parte de Rusia, país con el que Japón mantiene disputas territoriales y con el que las relaciones se han deteriorado.
En este escenario Tokio planea dotarse de “capacidades de contraataque”, como se define en los documentos a la capacidad de golpear instalaciones militares enemigas consideradas como una amenaza para la seguridad nacional.
Según los detalles de los documentos recogidos por los medios locales, esto permitiría a Japón ejecutar una ofensiva preventiva contra bases de lanzamiento de misiles o centros de control enemigos en caso de detectarse preparativos para un ataque contra territorio nipón.
A la espera de conocerse la redacción final de los documentos, todo apunta a un giro significativo en las capacidades militares de Japón, que hasta ahora se limitaban a sus escudos antimisiles para derribar posibles proyectiles que amenazaran con impactar en territorio nipón, entre otras medidas para contener potenciales ataques.
Esta iniciativa ha generado un amplio debate en Japón debido a su potencial para vulnerar la Constitución pacifista nipona, que renuncia a la guerra como forma de resolver conflictos internacionales.
Para dotarse de esas nuevas capacidades Japón planea adquirir armamento “standoff” o de ataque a distancia, entre el que destacan como novedades la adquisición de misiles de crucero de largo alcance Tomahawk de fabricación estadounidense y el desarrollo doméstico de misiles hipersónicos, misiles antibuque y drones de ataque, entre otros.
CRÍTICAS CONTRA KISHIDA
Los documentos también incluyen el objetivo de elevar el gasto militar de Japón entre 2023 y 2027 hasta el 2 % del producto interior bruto nacional (PIB), lo que rompería con el techo inferior al 1 % que mantiene el país desde hace décadas.
La cifra marcada asciende para ese período a los 43 billones de yenes (unos 296.300 millones de euros), lo que supone un incremento del 50 % frente al lustro anterior.
La coalición gobernante estudia varias vías para costear este aumento, como subidas de los impuestos corporativos y del impuesto al tabaco, recortes de otras partidas o emisión de nuevos bonos de deuda, aunque la falta de transparencia y la cascada de filtraciones al respecto han generado confusión y críticas desde dentro y fuera del partido de Kishida.
El ministro de Economía, Comercio e Industria, Yasutoshi Nishimura, pidió cautela antes de abordar subidas impositivas en la coyuntura actual, mientras que la titular de Seguridad Económica, Sanae Takaichi, afirmó “no entender” los motivos del primer ministro a la hora de proponer más presión fiscal “en un momento que se podría dañar a la economía”.
Estas y otras voces del Partido Liberal Democrático de Kishida reflejan las divergencias entre diversas facciones dentro del partido gobernante y podrían debilitar la posición del primer ministro, quien también atraviesa un bache de popularidad.
Está previsto que la aprobación definitiva de los tres documentos, llamados Estrategia Nacional de Defensa, Directrices Nacionales de Defensa y Estrategia Nacional de Seguridad, así como otra propuesta para su financiación, tenga lugar por parte del Gabinete de Gobierno a finales de semana. EFE