Hacen cola de noche y de día para acceder al Deltin Royale, el casino más famoso de Goa. El elevado precio de la entrada equivale casi al sueldo semanal medio de la India, pero eso no parece asustar a la emperifollada clientela. A cambio, las pulseras de papel incluyen alcohol gratis, quantum satis, y los niños menores de cinco años no pagan.
Por: El País
Los hippies pusieron Goa en el mapa hace medio siglo. La población local, conmocionada, fue testigo de cómo jóvenes occidentales de pelo largo practicaban nudismo, sexo libre y consumían drogas en sus inabarcables playas. Goa sigue siendo uno de los destinos vacacionales más populares de la India, pero ahora, la mayoría de los turistas que acuden en masa a la que fuera colonia portuguesa, son indios. Llegan para disfrutar del alcohol barato, bañarse —a menudo con la ropa puesta— y jugarse el dinero en los numerosos casinos. En la India el juego está prohibido en tierra firme, pero a finales de los años noventa del siglo pasado un inversor avezado encontró una fisura en la estricta ley del juego: ¿y si los casinos no estuvieran en tierra, sino en el agua? En los años siguientes los casinos flotantes proliferaron junto a la costa de Goa como si de medusas fosforescentes se tratara.
El Deltin Royale cabecea por el río Mandovi, no va a ninguna parte. En la cubierta, padres e hijos bailan al son de Hotel California, de los Eagles, bajo el cielo tropical y estrellado de Goa. Junto al muelle se asientan los mendigos cubiertos de harapos, fibrosos, flacos. Tienen la esperanza, tal vez sustentada en pruebas empíricas puras y duras, de que la tasa de alcohol en sangre del “todo incluido” torne a los jugadores nocturnos especialmente generosos.
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