Este año 2022 pasará a la historia al marcar el fin de la era Isabelina. Tras siete décadas de reinado, Isabel II fallecía el pasado 8 de septiembre a sus 96 años, en el castillo de Balmoral (Escocia), el lugar donde siempre fue más feliz. No nació para ser reina. Pero cuando su tío, Eduardo VIII, abdicó al enamorarse de la socialité divorciada Wallis Simpson, su padre, Jorge VI, se convirtió repentinamente en monarca.
Por larazon.es
Y estaba claro que su destino no podía ser otro porque pasará a la historia como una figura clave, no solo para Reino Unido. The «New York Times» la llamó la última monarca global, conocida y respetada a ambos lados del Atlántico. El funeral de Estado -el primero que celebraba el Reino Unido tras la muerte de Winston Churchill en 1965- fue un día histórico para que el pueblo pudiera despedirse de una mujer que durante setenta años se convirtió en todo un símbolo de continuidad. Pero al mismo tiempo, tener alrededor de 500 mandatarios y Casas Reales de todo el mundo concentrados en la Abadía de Westminster supuso una oportunidad sin igual para una nueva Global Britain que busca posicionarse tras el Brexit.
La muerte de la monarca coincide con uno de los momentos más convulsos. Carlos III, de 74 años, que jamás ha llegado a ser tan popular como su madre, accede al trono con una guerra en Ucrania, una economía debilitada por la crisis energética, una inflación disparada que ha llegado a los índices más altos de los últimos 41 años, huelgas de varios sectores que han paralizado el país en plenas Navidades, un órdago soberanista en Escocia y las consecuencias de un Brexit que aún se está negociando con Bruselas y que cada vez da más posibilidades a los norirlandeses para celebrar un referéndum de reunificación con la República de Irlanda.
Y todo ello, con una inestabilidad política que refleja claros síntomas de agotamiento de un Partido Conservador tras doce años en el poder. En cuestión de dos meses, los británicos llegaron a tener hasta tres inquilinos distintos en Downing Street. Tras una serie de escándalos, las propias filas forzaron la dimisión de Boris Johnson. Tomó el relevo Liz Truss. Isabel II falleció de hecho apenas dos días después de recibirla como nueva primera ministra.
En apenas 72 horas, los británicos cambiaron de Gobierno y de monarca. Pero cuando llevaba tan solo 42 días en el cargo, Truss se veía obligada a presentar su renuncia tras la caída estrepitosa de la libra por su polémico plan fiscal. El actual jefe del Ejecutivo es el moderado Rishi Sunak, que ha hecho historia al convertirse en el primer inquilino del Número 10 de origen indio, el primero de religión hindú, el primero en ser más rico que el propio monarca por una fortuna amasada en la City y su matrimonio con la hija del considerado Bill Gates indio.
En definitiva, la economía se desmorona, la identidad nacional no sabe a qué espejo mirarse y la influencia internacional del que fuera gran imperio intenta buscar su nuevo sitio fuera de la UE y con la desconfianza de Estados Unidos, donde un Joe Biden que hace gala de sus raíces irlandesas ya advierte que si Londres rompe el tratado de divorcio cerrado con Bruselas no habrá acuerdo comercial.
La tormenta política coincide también con la tormenta institucional de la propia Monarquía. Isabel II alcanzó en sus últimos años sus cuotas más altas de popularidad. Pero, sin ella, las grietas de la Familia Real son ahora imposibles de tapar. El príncipe Enrique y Meghan Markle decidieron desvincularse de Palacio para iniciar una nueva vida en California. Pero desde su salida de «La Firma» no han cesado los ataques con todo tipo de acusaciones, entre ellas, las de racismo. No hay paz en el horizonte.