En el municipio Libertador, en el estado Carabobo, existen diversas rutas de transporte público que comenzaron a operar tras la crisis del sector que en años recientes nos había obligado a todos a movernos en camiones de estaca, esa crisis fue provocada por la tormenta perfecta que significó la hiperinflación en simultáneo con un sistema de fijación de tarifas estático, sujeto a decretos y negociaciones, cuya modificación es lenta y engorrosa. Hoy en día, tras aumentos sucesivos en las tarifas en los años recientes, se dio nuevamente cierta rentabilidad al sector lo que permitió resucitar las líneas y cooperativas de transporte urbano.
Ahora bien, la inflación no ha cesado, ni tampoco se detuvo la depreciación del bolívar frente al dólar, hubo un momento de cierta calma monetaria pero el último trimestre de 2022 demostró que fue una corta tregua porque tanto la cotización del dólar paralelo como el dólar BCV pisaron el mismo acelerador. Esto ocasionó que los transportistas del municipio Libertador exigieran a la alcaldía, por distintas vías, actualizar el régimen tarifario dentro del municipio ya que se han mantenido sin cambio frente otras rutas que se hacen más atractivas (ya las tarifas aplicables a rutas interurbanas y extraurbanas fueron incrementadas vía resolución del Ministerio del Poder Popular del Transporte). Una alcaldía institucional y seria solo tendría dos opciones a disposición: 1) aprobar el incremento de las tarifas o 2) negar el incremento de las tarifas, pero como tenemos todo menos seriedad en la actual administración surge una insólita tercera opción: decirle a los transportistas que cobren lo que estimen conveniente aunque el tarifario oficialmente no sea modificado.
Por ejemplo, la tarifa oficial en el transporte dentro del municipio, intraurbano, sigue siendo Bs. 3.5 pero, por los caminos verdes, sin voz oficial, sin que exista ningún funcionario responsable, la alcaldía se hace la “vista gorda” para que el transportista cobre Bs. 5. Al hablar con los choferes, me dicen que en la alcaldía les dijeron que pueden cobrar eso pero que ellos (la alcaldía) no publicará ningún tarifario en las unidades, eso le genera a los choferes múltiples inconvenientes con los pasajeros porque estos últimos, razonablemente, solo desean pagar lo que el tarifario oficial diga y este no aparece por ningún lado dado que la autoridad competente no quiere pagar el costo político de aumentar la tarifa.
Cada quién puede ver el conflicto desde su óptica, el chofer quiere aumentar la tarifa porque ve mermar sus ingresos frente a la inflación, el pasajero no quiere pagar más porque su golpeado bolsillo no se lo permite (principalmente a los funcionarios públicos y los pensionados que tienen ingresos indignos) pero el gobierno municipal no puede aplicar la solución del avestruz y meter la cabeza en la tierra pretendiendo que nada pasa. El señor alcalde de Libertador, ciudadano Oscar Orsini, debe aprobar el incremento o negar el incremento de las tarifas del pasaje intraurbano, no dar rueda libre a que cada quién establezca precios a su saber y entender con el fin de no aparecer por ningún lado como responsable. Si no quiere ser alcalde puede renunciar, pero si quiere seguir siendo alcalde debe ejercer la autoridad que le confieren las leyes y tomar decisiones.
Hay una solución que puede ser, quizá, salomónica. Considerando que el bolívar dejó de funcionar como moneda (es decir, no sirve como reserva de valor) el alcalde debería fijar vía decreto la tarifa del pasaje intraurbano en dólares, por ejemplo, en 0,5 dólares, a la tasa del BCV. De esa manera, los transportistas se resguardarán de alguna manera frente a la crisis monetaria y hacer sus ajustes diarios, el pasajero sabría cuál es la tarifa del día y hacer sus previsiones y la alcaldía podrá seguir ejerciendo su rol regulatorio y sancionatorio conforme a la legislación vigente. Esa solución salomónica requiere un alcalde que pueda dar la cara a la gente, que pueda explicar sus decisiones y que entienda que la ausencia de decisiones fue lo que nos condujo en el pasado reciente a transportarnos en camiones de estaca. Meter la cabeza en la tierra, como el avestruz, no puede seguir siendo una opción.
Julio Castellanos / jcclozada@gmail.com / @rockypolitica