Pasaron 7 años desde que se terminó, 10 desde que se empezó a construir y más de 30 desde que se ideó para que, finalmente este 1 de enero, el puente internacional de Tienditas, entre Colombia y Venezuela, se abriera.
Por Daniel Pardo / bbc.com
Y con un nuevo nombre: Puente Internacional Atanasio Girardot, en homenaje a un prócer de la independencia de ambos países.
El cierre de la frontera de 2015, decretado por Nicolás Maduro en medio de un altercado con el entonces presidente colombiano Juan Manuel Santos fue el último de los obstáculos: antes hubo decenas de desencuentros entre Bogotá y Caracas que entorpecieron el proyecto por décadas.
Con tres plataformas de tres carriles cada una, un paso para peatones y otro para bicicletas, este es el primer puente de gran envergadura en una frontera de 2.200 kilómetros en la que millones de personas viven del paso diario de un lado al otro.
“Esto genera mucho optimismo porque hace parte de nuestro ADN, de nuestra historia, de nuestra tradición”, dice Armando Peña, presidente de la Cámara de Comercio de Cúcuta, la principal ciudad fronteriza del lado colombiano.
“Como un solo territorio nos unimos a la hermandad histórica, cultural y social que siempre nos ha identificado”, señaló Freddy Bernal, gobernador chavista del estado Táchira.
La euforia fue el sentimiento común de los presentes en el evento de apertura del domingo, pero el escepticismo, no solo sobre el puente sino la frontera en general, sigue siendo grande.
“Es mucho lo que se destruyó durante el cierre y es mucho lo que hay por arreglar, pero para muchos acá, incluidos los funcionarios venezolanos, hay una disposición para trabajar en conjunto hacia la normalización de una frontera que nunca se debió cerrar”, dijo un alto funcionario colombiano que estuvo en el evento y pidió no ser identificado al no ser vocero.
Ronald Rodríguez, investigador del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario, en Bogotá, añadió: “La apertura del puente es una buena noticia, pero, de la manera como se dio las autoridades quedaron en una posición casi ridícula, porque el nivel de coordinación entre ellas es casi nulo; la gente no sabe qué cambia y cómo le beneficia“.
Coordinación es una de las palabras clave del asunto: que las autoridades migratorias, viales, comerciales, judiciales y policiales de ambos países estén en la misma página para que el puente y la frontera funcionen bien.
Son muchos desafíos pendientes. Ya hay vuelos comerciales entre Bogotá y Caracas, por ejemplo, pero son limitados y costosos. El restablecimiento de las relaciones está en marcha, pero va lento.
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