La referencia de Buffett nos viene a la memoria a propósito del reciente fallecimiento de Enrique Machado Zuloaga a los 92 años, de quien podemos decir, sin lugar a dudas, que ha cumplido con una buena vida, ha llenado a plenitud no solo el principal, sino los dos postulados del Oráculo.
Machado Zuloaga se graduó de Ingeniero Civil en la UCV y luego hizo post grados en la Universidad de París y en la London School of Economics. Fue presidente de la Junta Directiva de SIVENSA, con plantas en Antímano, Barquisimeto, Guayana y Valencia. Sin embargo, pienso que su mayor éxito empresarial fue el Grupo de Partes Automotrices que llegaron a exportar más de 400 millones de dólares anuales, un récord en el sector industrial privado.
A Enrique lo conocí en el Altamira Tenis Club cuando cortejaba a Corina Parisca, entonces campeona nacional de tenis. Años después, coincidíamos en las Directivas y Asambleas de Conindustria, donde tenía presencia permanente, así como en Aimm y Fedecamaras. Como gremialista fue dedicado, portador de los más altos valores éticos. Recuerdo, perfectamente, cuando llegaba a las reuniones de Conindustria siempre acompañado por su equipo, su primo y curruña Oscar Augusto Machado, Guillermo Rodríguez Matos, factótum de Fundametal, Bruno Bortesi, de Procesa y José Luis Hernández de Metalcon.
Enrique Machado Zuloaga se une al roster de los grandes empresarios industriales del siglo XX venezolano, junto a otros como Julio Sosa Rodríguez (Venoco), Alejandro Hernández (Pampero), Ángel Cervini (Mavesa), Eugenio Mendoza (Vencemos), Lorenzo Mendoza (Polar), entre otros.
Entre los rasgos que distinguían a Enrique resaltaban su don de gente, su amabilidad, su sencillez y su flacura. Hombres como él siempre serán recordados. Una vida bien vivida. Por último, como si fuera poco, nos deja a su hija María Corina, mujer perseverante y paciente, como su padre, y aguerrida, como su mamá.
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