Los equipos de rescate en Turquía y Siria enfrentan el miércoles horas “cruciales” para hallar supervivientes entre los escombros del potente sismo del lunes, cuyo balance ya supera los 9.500 muertos entre ambos países.
En medio del frío y la devastación, los socorristas, auxiliados por los primeros equipos de emergencia llegados de otros países, luchan contra el reloj para encontrar personas con vida tras el terremoto de magnitud 7,8 del lunes a las 04H17, con epicentro en el sureste de Turquía.
La imagen esperanzadora de una recién nacida rescatada viva de entre los escombros en Siria contrasta con la desolación de un padre en Turquía que sujeta la mano de su difunta hija atrapada entre dos bloques de hormigón.
El ministro turco de Interior advirtió el martes que las próximas 48 horas iban a ser “cruciales” para encontrar supervivientes del sismo, que llevó a Ankara a decretar siete días de luto nacional.
En total, el número de fallecidos superó el miércoles las 9.500 personas.
Turquía registró 6.957 muertos, según el último balance de la Autoridad de Gestión de Desastres y Emergencias (AFAD).
En Siria se registraron en total 2.547 muertos: 1.250 en las zonas controladas por el gobierno, según el ministro de Salud Hassan Ghabbash, y 1.297 en las zonas rebeldes, según los Cascos Blancos.
En Siria, el saldo debe “subir considerablemente porque cientos de personas siguen atrapadas bajo los escombros”, indicaron los Cascos Blancos (voluntarios de protección civil) de las zonas rebeldes.
Se trata del peor terremoto que ha vivido Turquía desde 1999, cuando una sacudida mató a 17.000 personas, un millar de ellas en Estambul.
“¿Dónde está el Estado?”
En la localidad siria de Jindires, los socorristas pudieron rescatar a una niña recién nacida entre los escombros del inmueble.
La bebé estaba todavía unida por el cordón umbilical a su madre, fallecida como el resto de miembros de la familia.
“Oímos un ruido y escarbamos (…), limpiamos el lugar y encontramos a esta pequeña, alabado sea Dios”, dijo a la AFP Khalil Sawadi, allegado de la familia.
El rescate llegó tarde para Irmak, una adolescente de 15 años. En silencio, su padre Mesur Hancer sostiene la mano inerte de la chica atrapada en los restos de un bloque en Kahramanmaras (sureste de Turquía).
Situada en el epicentro del sismo, la ayuda todavía no ha llegado a esta ciudad de más de un millón de habitantes de difícil acceso.
“¿Dónde está el Estado? ¿Dónde está? (…) Han pasado dos días y no hemos visto a nadie”, se desesperaba Ali, que espera todavía hallar con vida a su hermano y su sobrino atrapados entre los escombros de su apartamento.
El devastador terremoto estuvo seguido por numerosas réplicas, algunas potentes, que provocaron el pánico en numerosos supervivientes, temerosos de volver a sus casas.
En la ciudad turca de Gaziantep, muchos decidieron refugiarse en el aeropuerto. “Ahora mismo, nuestras vidas están realmente marcadas por la incertidumbre”, dijo Zahide Sutcu, que huyó de su casa con sus dos hijos.
En total, la Organización Mundial de la Salud calcula que 23 millones de personas quedaron “expuestas” a las consecuencias del terremoto, “incluyendo cinco millones de personas vulnerables”.
Ayuda internacional
El martes comenzaron a llegar los primeros equipos de rescate extranjeros. El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, que decretó el estado de emergencia por un periodo de tres meses en diez provincias afectadas, indicó que 45 países ofrecieron ayuda.
La Unión Europea movilizó 1.185 socorristas y 79 perros de rastreo para Turquía y trabaja con sus socios humanitarios en Siria para financiar operaciones de asistencia.
De su parte, Estados Unidos prevé la llegada de dos equipos de socorristas este miércoles a Turquía y trabaja también con oenegés locales en Siria para socorrer a las víctimas.
El secretario de Estado, Antony Blinken, insistió que “estos fondos irán a todo el pueblo sirio, no al régimen” de Damasco dirigido por Bashar al Asad, cuyos llamados de ayuda solo recibieron respuesta por ahora de su aliado Rusia.
El responsable de operaciones de la Agencia Estadounidense de Ayuda al Desarrollo (USAID), Stephen Allen, dijo desde Ankara que todo su “apoyo humanitario se dirige ahora mismo al noroeste de Siria”.
El sismo destruyó el paso fronterizo de Bab al Hawa, por donde pasa casi toda la ayuda humanitaria procedente de Turquía hacia las zonas rebeldes de Siria, según la ONU.
El terremoto desencadenó una ola de solidaridad desde China a Ucrania, pasando por Emiratos Árabes Unidos, que prometió 100 millones de dólares de ayuda.
Incluso Arabia Saudita, sin relaciones diplomáticas con Damasco desde 2012, anunció la puesta en marcha de un puente aéreo para socorrer a las poblaciones afectadas de los dos países. AFP