Vickie Moretz nunca había salido del sur de Estados Unidos, y mucho menos había viajado al extranjero. La perspectiva de cruzar el Atlántico en avión era emocionante y aterradora al mismo tiempo.
Por CNN
Era febrero de 1982. Vickie tenía 22 años, acababa de graduarse de la Universidad de Tennessee e iba a Londres para participar en un programa de estudios.
Viajaba con una de sus mejores amigas, Sandra. Las dos jóvenes hicieron maletas enormes (“Nos llevamos todo lo que había en nuestro armario, dos maletas grandes cada una”) y las arrastraron desde Ohio, vía Nueva Orleans, hasta lo que entonces se llamaba Aeropuerto Nacional de Washington.
Las amigas habían reservado pasajes “standby”, en lista de espera, en un vuelo de World Airways al aeropuerto londinense de Heathrow. Lo habían hecho porque era la opción más barata. Nunca se les ocurrió cuestionar por qué los pasajes eran tan económicos.
“Ni siquiera sabía lo que significaba la palabra ‘standby'”, cuenta Vickie a CNN Travel. “Lo único que sabía era que había conseguido un buen precio”.
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