La guerra de Ucrania marcará la Conferencia de Seguridad de Múnich (MSC) que empezará este viernes en esa ciudad del sur de Alemania con la asistencia de más de un centenar de altos cargos, entre ellos 45 jefes de Estado o de Gobierno.
La delegación de Estados Unidos estará encabezada por la vicepresidenta, Kamala Harris, mientras que del lado europeo asistirán, entre otros, el presidente francés, Emmanuel Macron, el canciller alemán, Olaf Scholz, el primer ministro británico, Rishi Sunak, y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.
También está anunciada la presencia del secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, mientras que del lado ucraniano acudirá su ministro de Exteriores, Dmytro Kuleba.
Por segunda vez consecutiva la MSC no tendrá representantes del gobierno ruso. El año pasado había una invitación para el ministro de Exteriores, Sergéi Lavrov, que optó por no asistir, lo que en su momento se interpretó como una señal de que la decisión de lanzar la invasión sobre Ucrania ya estaba tomada.
“Este año estábamos ante la disyuntiva de invitar a representantes rusos y hemos decidido no hacerlo. Todas las declaraciones de (el presidente ruso) Vladímir Putin apuntan a que no se moverá un ápice de su posición de negarle el derecho a la existencia a Ucrania y no le vamos a dar una tribuna para que difunda su propaganda”, dijo el director de la MSC, Christoph Heusgen, en una reunión con la Asociación de la Prensa Extranjera (VAP) en Berlín.
Tampoco hubo invitaciones para representantes del régimen iraní, en medio de la ola de represión en ese país, ni para los diputados de la agrupación ultraderechista Alternativa por Alemania (AfD), que ha asumido una actitud de rechazo al apoyo a Ucrania y algunos de cuyos miembros han aparecido incluso en medios considerados parte de la maquinaria de propaganda rusa.
Las exclusiones son un síntoma claro de los nuevos vientos que soplan en Múnich como resultado de la guerra. Tradicionalmente la MSC había procurado ofrecer, al margen de los actos públicos, una plataforma para que hubiera encuentros informales donde se pudieran sondear posibles salidas diplomáticas a determinadas crisis.
Por ejemplo, hubo representantes iraníes en los momentos más agudos de la crisis en torno al programa nuclear de ese país.
Paralelamente al tema de Ucrania, que según Heusgen atravesará los tres días de la conferencia, habrá también otros puntos, algunos de ellos dedicados al llamado “sur global”
Al margen la conferencia, que es un foro informal y privado, suelen darse muchos encuentros bilaterales y multilaterales aprovechando el elevado número de altos cargos que coinciden en Múnich.
Ya se ha conocido, por ejemplo, que habrá un encuentro de ministros de Exteriores del G7, convocado por Japón, así como otro en el que participaran Macron, Scholz, Sunak y Kamala Harris dedicado a Ucrania.
Por otra parte la MSC tendrá este año manifestaciones en contra, organizadas por grupos pequeños-de izquierda y de derecha- que se oponen al apoyo militar a Ucrania. Algunos de ellos responsabilizan a EEUU y a la OTAN de la guerra por la expansión de la alianza hacia el este.
Paralelamente habrá también, el sábado hacia el mediodía, una manifestación de apoyo a Ucrania y de rechazo a la invasión rusa en la que hablarán la activista ucraniana por los Derechos Humanos Oleksandra Matwijtschuk, directora del Centro de Libertades Civiles, que recibió en 2022 el Nobel de la Paz, y los diputados alemanes Anton Hofreiter y Marie-Agnes Stack-Zimmermann.
El reporte habitual sobre seguridad en el mundo, que la MSC presenta la semana anterior a conferencia, está centrado también en la guerra de Ucrania y sus consecuencias para el mundo y ve la agresión rusa como un desafío a un orden mundial basado en reglas vinculantes.
Ese documento suele ser una de las bases de los debates durante los tres días de la conferencia.
La pregunta central, según la página web de la MSC, es si la agresión rusa es el comienzo de un mundo en el que no se respete la carta de la ONU y prime el derecho del más fuerte o si, por el contrario, será un catalizador que termine fortaleciendo el compromiso con el derecho internacional.
EFE