Mientras caminaba esposado, con overol azul y un casco de guerra, acompañado por hombres de la DEA y de Interpol armados hasta los dientes para evitar cualquier intento de fuga, Dairo Antonio Úsuga, alias Otoniel, parecía tranquilo. No se inmutaba y afirmaba que iba con la convicción de declararse inocente ante la justicia de Estados Unidos, defenderse en un juicio y no contar nada, así lo reseñó la REVISTA SEMANA.
Poco duró la promesa que hizo en mayo del año pasado, cuando fue enviado en extradición con el título del mayor narcotraficante de los tiempos recientes en Colombia y dueño de un poderoso ejército criminal: el Clan del Golfo. Otoniel no solo se declaró culpable, sino que abrió la posibilidad de contar todo lo que sabe a cambio de rebajas de pena.
Las autoridades de Estados Unidos lo pusieron contra las cuerdas y el peligroso e implacable criminal se quebró y terminó dando su brazo a torcer. SEMANA revela en exclusiva la negociación que duró meses y terminará con una sentencia condenatoria, con la que busca evitar pasar el resto de sus días en prisión.
Desde el primer momento, Otoniel tuvo un grave problema: la imposibilidad de comunicarse. No habla ni entiende nada de inglés. Pero, poco a poco, se enteró de que los cargos y pruebas en su contra eran de extrema gravedad. Lo acusaban de traficar más de 200 toneladas de cocaína y lo mostraban como el narcotraficante más peligroso después de Pablo Escobar.
Mientras caminaba esposado, con overol azul y un casco de guerra, acompañado por hombres de la DEA y de Interpol armados hasta los dientes para evitar cualquier intento de fuga, Dairo Antonio Úsuga, alias Otoniel, parecía tranquilo. No se inmutaba y afirmaba que iba con la convicción de declararse inocente ante la justicia de Estados Unidos, defenderse en un juicio y no contar nada.
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