El 5 de marzo de 2013, cerca de las cinco de la tarde (hora local), Venezuela se paralizó por un instante. Las radios y televisoras fueron interrumpidas por una cadena nacional a la que le siguió una ola de acontecimientos que terminaron con una fase de incertidumbre y sumergieron al país en un nuevo estado que oscilaba entre la esperanza del cambio y el desconcierto de no saber qué pasará.
Por Carlos Eduardo Martínez / Infobae
“Recibimos la información más dura y trágica que podamos transmitir. A las 4:25 de la tarde de hoy 5 de marzo ha fallecido el presidente Hugo Chávez Frías”, dijo Maduro con la voz quebrada y lágrimas en los ojos desde el Hospital Militar de Caracas, que permanecía bajo fuerte resguardo de seguridad.
Caos es la única palabra que podría describir a Caracas tras aquel mensaje. Casi en forma inmediata muchos comercios, fábricas y empresas finalizaron sus actividades, previendo que se desatara algún tipo de violencia. Los trabajadores cortaron con sus tareas y se retiraron a sus casas; se fueron a refugiar “porque no se sabe lo que podría pasar”.
Las estaciones para surtir combustible se llenaron de automóviles intentando abastecer sus tanques. Los supermercados se abarrotaron de gente tratando de comprar alimentos “porque no se sabe”. Las principales autopistas y avenidas de la capital se transformaron en un estacionamiento. Las líneas telefónicas colapsaron y Venezuela se convertía en noticia internacional con mismo titular: Hugo Chávez ha muerto.
Los venezolanos venían de tres meses de especulaciones y desinformación, propios de los regímenes autocráticos, sobre la salud de su presidente recién electo para un tercer mandato. Hugo Chávez había abandonado el territorio dos meses después de una batalla electoral contra Henrique Capriles Radonski por la Presidencia de la República. Se fue a Cuba un mes antes de la fecha de juramentación.
Del dolor de rodilla al cáncer de colon
El 9 de mayo de 2011 la salud del entonces mandatario había comenzado a ser noticia. La repentina suspensión de una gira internacional por un dolor de rodilla marcó el inicio de una serie de anuncios a cuenta gotas sobre la verdadera situación de Chávez.
“Esta mañana salí a caminar y me puse a trotar (…) y me di un golpe en la rodilla y hay un derrame de líquido, hay inflamación, dolor, estoy aquí con los médicos y me dieron reposo absoluto por varios días”, declaró a un programa del canal del Estado, Venezolana de Televisión.
La versión del dolor de rodilla se mantuvo hasta el 10 de junio.
La madrugada del 8 de junio Chávez llegó a La Habana. Dos días más tarde, el régimen de Caracas anunció que el líder socialista había sido intervenido de un absceso pélvico que le producía fuertes dolores. Desde ese momento una ola de rumores corría en Venezuela: “Chávez tiene cáncer”.
Días más tarde, desde Cuba, el jefe de Estado dijo estar en plenas facultades para el ejercicio de su cargo y aseguró que se mantenía trabajando. El 20 de junio fue intervenido nuevamente en el Centro de Investigaciones Médico Quirúrgicas (CIMEQ) en La Habana en medio de un gran secretismo.
La tensión social en Venezuela crecía. Durante 10 días no hubo ningún reporte sobre la salud del mandatario, tampoco señales de vida. Solo rumores.
El 30 de junio Chávez confirmó, en un discurso televisado desde La Habana, que se estaba recuperando de una operación para extirpar un tumor con células cancerosas. Algunos medios internacionales se hicieron eco de la noticia y durante los siguientes días trascendió la versión de un cáncer de colon que había perforado la pared intestinal y causó una infección en el abdomen, información que el régimen negó categóricamente.
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