Ramón Peña: El sexo ideologizado como género

Ramón Peña: El sexo ideologizado como género

Fue aprobada por el Congreso de España la denominada Ley Trans, que incorpora el principio de la libre autodeterminación de género. Entre otras novedades, permite el cambio de sexo legal de ciudadanos a partir de los 12 años de edad: entre 12 y 14 mediante autorización judicial, entre 14 y 16 con consentimiento de sus representantes legales y a partir de 16 sin requisitos. Un proyecto de ley presentado por el Ministerio para la Igualdad (Podemos) y respaldado por el movimiento LGBTI y organizaciones progres de España.

Seis países europeos tienen leyes similares. Otros: Suecia, Gran Bretaña y Finlandia han corregido esa misma legislación luego de lamentables experiencias en adolescentes con disforia de género.

Es la legalización de la llamada ideología de género, que junto a otros movimientos sociales coinciden en exigir corrección política. Conforman significativas manifestaciones de cambio cultural bastante articuladas entre sí. Cabe preguntarse si subyace alguna intención política en alterar la cultura y tradición de la sociedad y la familia.





La importante corriente que anima el trans género en Occidente, la de ideologizar el sexo y manejarlo subjetivamente, no luce tan espontánea. En todo caso, coincide con el pensamiento de notables ideólogos, como Antonio Gramsci, filósofo comunista, quien, distanciándose del marxismo tradicional economicista, propuso como estrategia revolucionaria subvertir la sociedad capitalista en su base cultural y en su estructura social y familiar. Con Gramsci coincide la filosofía de la sexualidad de otra pensadora comunista, Simone de Beauvoir. Ésta, en su obra El segundo sexo, afirmaba: “Mujer no se nace, se hace”, prescribiendo así que el sexo no es un dato originario de la naturaleza, sino un rol social que cada quien define de manera autónoma.

Es respetable el derecho de cada ser humano a las preferencias que rijan su vida individual, solo que ahora se contempla el liberarse antropológicamente de su propia biología. ¡Desde los doce años…!