Los vientos que soplan no son precisamente aquellos con los que podemos dormir tranquilamente, como para aquellos ribereños, como es mi caso, que vivo a escasos metros del mar, escuchando el golpeteo de las olas con las peñas que nos indican el comienzo de esas aguas azules y resplandecientes, pero igualmente cargadas de misterios, como lo son los océanos y sus infinitos destinos, que por la complejidad del mundo en que vivimos, nos invade en nuestro espíritu el temor de no poder atravesarlos ¿ porque afirmo esto ? Porque la historia nos ha enseñado que aunque sean parte de ella, la humanidad tiene infinidad de detractores.
Un triste ejemplo fue cuando un mundo atónito e incrédulo aquel 24 de febrero del año 2022 vio cuando el presidente de la Federación Rusa, Vladimir Putin le informaba a la nación y a los pueblos del mundo entero que había decidido poner en juego la paz mundial, al enviar a centenares de miles de hombres y mujeres, rusos unos y ucranianos otros al patíbulo, poniendo en peligro de muerte a toda la humanidad, al mostrar con su imborrable risita a mitad, igual que un niño con su carita picarona por su bicicleta nueva, ya Vlad desde ese mismo día amenazaba con sus potentes armas nucleares. Recordemos que son aquellas que con solo tocar un botón, también rojo como sus antepasados y a que hoy recuerda con nostalgia, en pocos minutos y ante la segura e inexorable respuesta de los agredidos, los seres vivientes de este planeta desaparecerían, sino todos, buena parte de entre nosotros.
Y despareceria esta raza, la humana, la cual es la misma de aquellos groseramente super ricos que durante el weekend se van de paseo al espacio en sus cohetes particulares, pretendiendo imitar al Yuri Gagarin del 1961, es la misma humanidad que pisa la luna y clava sus banderas en un planeta desconocido, al que hoy, sus pocos visitantes, entre ellos los rusos, nos la describen como una superficie de rocas y polvo, que casualmente es lo que queda de un cuerpo humano después de recibir una milésima parte de una ojiva nuclear. Y es, también, la misma humanidad que ha construido la supercomputadora que le bastan 10 minutos para hacer el trabajo que las actuales tardan 10 años en completarlo, todas esas manifestaciones de desarrollo y de avance científico muy probablemente se terminarían en cuestión de minutos, al menos buena parte ello y de nosotros..
Pero hasta ahora me he referido a la irresponsabilidad de Putin y del gobierno de ese autócrata de oscuro pasado y presente, siendo también probable que algunas manifestaciones irresponsables de algún funcionario occidental hayan contribuido con el drama iniciado el 24 de febrero del año pasado.
Como podemos leer día a día, a este macabro juego se suman otros actores tan potentes como el que más. Me refiero a la República Popular de China, un inmenso país con 1.35 mil millones de habitantes, pero que hasta los inicios de los años 70 del siglo pasado, gran parte del mundo lo había olvidado, pero Richard Nixon y Henry Kissinger viendo que ese gigante estaba despertando, decidieron ir a visitarlo hace exactamente 51 años, cuando el presidente republicano le dijo a sus anfitriones dos frases que hicieron historia, llegado el momento de hacer el brindis en honor a su anfitrión el primer ministro Chou En Lai, Nixon dijo sin una gota de modestia: “Esta fue la semana que cambió el mundo” para rematar afirmando: Estoy haciendo historia”.
Y creo que el Dr Kissinger, a quien se le atribuye la autoría de las frases pronunciadas por Nixon no estaba muy lejos de la realidad. Si, se había despertado un nuevo gigante, el mismo de la hambruna del 1958 al 1961 de Mao Tse Tung, quien como recordaremos con su Salto Adelante transformó la tradicional y atrasada economía agraria china, en un victorioso proceso de industrialización y colectivización que para mejor comprenderlo basta recordar a Deng Xiaoping y sus zonas especiales económicas. Es esa China que dejó morir, según el historiador Frank Dikötter en su libro “La gran hambruna en la China de Mao, no menos de 45 millones de sus compatriotas. Esa nación, la misma de la hambruna, hoy se ha convertido en la factoría del mundo que produce desde las pantaletas hasta los celulares que consume una buena parte de los 8 mil millones de pobladores del mundo.
Pero distinguidos lectores, llegado a este punto es importante mencionar que la RPC no solo produce pantaletas y calzoncillos, también sus fábricas producen misiles de corto, mediano y largo alcance, un tanque de guerra, el ZTZ-99 que según especialistas es equivalente al temido Leopard 2 alemán, aviones de guerra de quinta generación, el Chengdu J-20 que hace competencia al F-35 y para completar el catálogo comercial, full color, el gigante asiatico es miembro y muy activo del club de los productores y tenedores de armas nucleares.
Concluyo citando al profesor Zbigniew Brzezinski, quien fue consejero de Seguridad Nacional del presidente Jimmy Carter, gran estratega, quien afirmó “ que en el siglo XXI la disputa geopolítica estaría de nuevo en el “corazón del mundo”, Eurasia. Una afirmación que a la luz de los panoramas geoestratégicos que mencionamos, la solidez demográfica, el desarrollo científico y tecnológico, y la creación de la mayor red comercial directa del mundo contemporáneo, deja claro que los Estados Unidos de América, ganador de la guerra fría tendrá serias dificultades para mantenerse como líder global en el presente siglo” (1) ¿ Y China ? Obviamente al instalarlo, pero no participar en la guerra por él iniciada, esperará pacientemente su resultado, el cual hoy me luce que en la Rusia de Putin, aún ganando en la batalla, de la guerra saldrá derrotada.
Raúl Ochoa Cuenca, en Anfi del Mar el 12 de marzo del año 2023.
- www.portafolio.co/internacional. 18 de febrero del 2020