Carlos Ochoa: Resucitar la república del bien

Carlos Ochoa: Resucitar la república del bien

El bien no existe sin el mal, son polaridades de una misma fuerza, si colocamos en la entrada de nuestra casa un letrero que diga “en esta casa solo entra el bien”, resultará inútil evitar que el mal invada nuestras vidas en una proporción que no podemos calcular , lo que podemos hacer es convencernos que tendremos mayores satisfacciones haciendo el bien, obrando con bondad y desinterés. 

Todas las religiones enseñan que el bien es el camino, sin embargo percibimos que el mundo se inclina más a la confrontación bélica, que hay millones de personas padeciendo de lo más imprescindible para vivir, que los conflictos no cesan y existen gobiernos que adoctrinan a personas para que odien a otras personas, a naciones enteras.

Entonces si la mayoría de los cristianos en todas sus versiones, celebran la resurrección de un hombre que trajo a la humanidad la mayor enseñanza que es el amor, ¿qué pasa con la humanidad que no le da cabida en su corazón al amor para que el mal no triunfe?





Los venezolanos en nuestra canción de 1810 cantamos que el vil egoísmo otra vez triunfó ¿será por eso que no terminamos de salir de esta maldad que nos mal gobierna?

A veces cuando pienso en esa estrofa del himno nacional se me ocurre que casi nadie entiende porque el vil egoísmo triunfa y la razón está en la historia patria, los que nos han gobernado no han respetado las leyes o las han hecho y modelado a su conveniencia como los bárbaros del poema de Cavafis. 

La resurrección de Jesús es el mayor testimonio que el amor existe, para la humanidad el bien lo constituyen las leyes y la justicia, donde no hay ley reina el mal, eso es lo que nos está pasando colectivamente a los venezolanos, nos ha colonizado la banalidad del mal que de manera tan precisa describió la filosofa judía Hannah Arendt, una banalidad del mal que tiene rostros y responsables, que no puede con un show de compinches detenidos resucitar la decencia, la justicia que aplican a quienes ellos deciden.

Vamos a ver como el gloria al bravo pueblo termina de entender que el vil egoísmo no puede seguir triunfando porque nos arriesgamos a desaparecer como nación.

 Insisto que el mensaje de amor que nos dejó Jesús es un arma poderosa para vencer como persona y colectivamente a las sombras, que no son otra cosa que ausencia de luz, iluminemos el camino con la voluntad del bien común y dejemos a un lado el egoísmo, que hasta ahora ha triunfado  porque hace el mal muy bien.