En la noche del miércoles 8 de febrero de 2023, al periodista nicaragüense Miguel Mendoza lo sacaron de su celda junto a otros presos políticos. Sin explicarles nada les pidieron que cambiaran sus uniformes de reclusos por ropa civil y los subieron a un autobús. Salieron del centro penitenciario custodiados por patrullas y con la cabeza abajo. No podían levantar la mirada y eso aumentaba la angustia. Miguel pensó que los llevarían a otra cárcel. Las cortinas negras de las ventanas no les permitían ver hacia dónde se dirigían.
Por Claudia Padrón Cueto | Cubanet
En la entrada del aeropuerto finalmente detuvieron el ómnibus y les hablaron. La orden fue breve: firmar un documento donde autorizaban su viaje a Estados Unidos a cambio de su libertad.
El régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo liberó y obligó al exilio a 222 de los 245 presos políticos del país sin notificarlo a los familiares. El 9 de febrero los desterraron en un avión rumbo a Washington y les quitaron la nacionalidad nicaragüense.
Mendoza, uno de los cronistas deportivos más reconocidos de Nicaragua y un experto en béisbol, fue condenado por “conspirar para cometer menoscabo a la integridad nacional y difundir noticias falsas”. O lo que es lo mismo, la dictadura Ortega-Murillo lo sentenció a nueve años de prisión por sus publicaciones en redes sociales, en las que denunciaba las violaciones de derechos humanos en el país. De esa sentencia cumplió casi dos años en la cárcel.
Dos meses después de su llegada a Estados Unidos como exiliado, conocí a Mendoza en Miami, la ciudad donde espera poder reencontrarse con su familia (actualmente en Nicaragua).
Hoy el periodista no se parece a las imágenes de 2021, cuando sus fotos ocuparon diversos titulares. Miguel salió de la cárcel con 35 libras menos y apenas comienza a recuperarse. “El hambre”, responde cuando le pregunto por qué perdió tanto peso.
¿Por qué te detienen? ¿Cuán riesgoso es ser periodista en Nicaragua hoy?
?Estuve 597 días en una prisión que es calificada como de las más duras y donde se violan los derechos de los detenidos. Estuve en el Chipote con aspirantes presidenciales que estaban retando a Ortega para las elecciones de 2021, con líderes campesinos, religiosos, de la sociedad civil, políticos.
Fui secuestrado el 21 de junio de 2021 porque me convertí en una persona, en un periodista incómodo para el régimen por las denuncias que hacía a través de redes sociales sobre los crímenes que sufrió la población desde el 2018, cuando reventaron las protestas para pedir la salida de Daniel Ortega.
Entonces, mis redes sociales se convirtieron en un medio a través del cual informaba, comentaba, señalaba, y eso en Nicaragua es un delito. Al periodismo independiente se le persigue en mi país. No hay libertad de expresión; las redes sociales de alguien o los medios de comunicación, por muy pequeños que sean, no son tolerados si no están bajo el control del régimen.
El periodismo independiente prácticamente ha sido expulsado, perseguido y condenado. La mayoría de los colegas, después de mi secuestro, tomó la decisión de exiliarse.
Antes de condenarte, ¿cómo te hostigaron, de qué te acusaban?
?Desde el inicio sufrí persecución, golpes, robos. A mí me saquearon dos veces en mi casa. La última vez los paramilitares llegaron temprano, sobre las 5:00 de la mañana con pistola en mano. Me arrebataron mi vehículo, mi computadora. Eso fue en diciembre del 2018, cuando el régimen tomó la decisión de ir en contra del periodismo.
En cuanto a los interrogatorios, eran divertidos porque ellos son bastante torpes y me hacían acusaciones chistosas. Por ejemplo, decían que yo era responsable de haber informado cosas que alteraban el sistema nervioso, que hacían infelices a los nicaragüenses. Según ellos, yo como periodista estaba obligado solo a divulgar noticias buenas que provocaran felicidad.
Me preguntaban también que quién me financiaba, que si yo era un agente del imperio. Lo más chistoso es que me colocaron como miembro de una banda del crimen organizado. Esa parte no la entendía. Pensé que me están confundiendo con Pablo Escobar o con un agente del Chapo Guzmán. Supuestamente era del crimen organizado porque retuiteaba a congresistas americanos, al secretario de Estado, a la señora Michelle Bachelet, de Naciones Unidas, cuando ellos condenaban al régimen de Ortega. Era bastante ridículo todo.
En uno de esos interrogatorios me acusaron de estar pagándole a alguien 1.800 dólares todos los viernes y 2.000 dólares todos los sábados. Les tuve que explicar que los viernes yo llenaba mi tanque de gasolina y el sábado compraba en el super, y que esas cantidades eran en córdobas, no en dólares. En total eso era equivalente a unos 100 dólares, no gastaba esos miles que ellos, tan torpes, calculaban.
Esta gente nos acusaba de ser financiados por el imperio. Esa es su narrativa siempre, el cuento que hicieron cuando las revueltas de 2018. Aseguraban que las protestas fueron pagadas por Estados Unidos, la Unión Europea o las ONG; pero la gente realmente salió por los crímenes y los asesinatos que estaban ensayándose desde el poder.
¿Cuándo conoció que en Cuba las personas habían salido por primera vez masivamente a protestar el 11 de julio de 2021, qué pensó?
?Estaba en la cárcel y para nosotros fue una alegría inmensa y una sorpresa. Estábamos pendientes de lo que pasaba en Venezuela porque es clave para Nicaragua. Ortega le debe mucho a Nicolás Maduro y, si Maduro se arregla con Estados Unidos, lo pueden dejar solo. Pero la buena noticia llegó de Cuba.
Nuestras familias nos contaron que la gente salió a las calles. Recuerdo que pensé: “Los cubanos van a ser libres antes que nosotros”. Eso me dio optimismo porque la dictadura de Cuba es la cabeza de este triángulo del mal. Si se cae Cuba, después viene el resto. Siempre creí que la protesta iba a llegar a Cuba después del internet.
Fui un par de veces a la Isla y noté que había muchas cosas que los cubanos ignoraban porque no tenían acceso, no podían viajar. Por eso, una vez que les llegara el conocimiento, la gente iba a reventar y a expresarse, iba a salir, y es lo que está pasando.
Las protestas en Cuba me emocionaron. Es demasiado tiempo el que han vivido [en dictadura] y me preocupa que nos pase lo mismo, que estemos tantos años como ustedes.
Visitar Cuba me mostró cómo los habían jodido de verdad. Es un país condenado al atraso. Me da escalofríos pensar que Nicaragua podría llegar a ese nivel de demencia.
Lea más en Cubanet