Las debilidades docentes de la Facultad de Humanidades y Educación (FHE) de la Universidad Central de Venezuela, digámoslo claramente, son producto de una política gubernamental abominable que lleva en ejecución más de cuatro (4) lustros en materia educativa. Desde 1999 se ha instaurado una politización pedagógica inescrupulosa acompañada con la destrucción salarial, ocasionando una migración masiva de profesores y maestros que ha dejado al país sin uno de sus más importantes capitales intelectuales y sociales.
En la FHE, uno de los efectos más negativos de este éxodo es la desaparición de toda una generación docente, la más importante de toda institución —a mi juicio— que es la generación de relevo. Dos indicadores expresan claramente esta tragedia: la media de edad de los profesores ucevistas es de 65 años y el 54% de los profesores son instructores.
En este último sector se cifra, junto con los estudiantes avanzados, la posibilidad de tener una generación de relevo. Para ello es impostergable que nos centremos en el desarrollo intelectual de los docentes e investigadores, que consolidemos y estabilicemos las partidas y cambios de dedicación para fortalecer el salario y, sobre todo, que eliminemos la práctica viciosa con la cual muchos profesores de nuevo ingreso pasan largos periodos sin cobrar por la negligencia de las políticas de la Facultad.
Asimismo, se deben facilitar los ascensos con apoyo intelectual, administrativo y emocional mediante programas gratuitos bien estructurados, que si bien existen (SADPRO), resultan insuficientes. En la gratuidad debemos insistir, porque, como hemos señalado, se trata de docentes que no cuentan con remuneraciones suficientes para hacerse cargo de programas con costos monetarios asociados. Es deber de la FHE garantizar la formación tanto para los instructores como para aquellos estudiantes que estén por culminar sus carreras y que manifiesten su voluntad de querer incorporarse a la academia como docentes-investigadores.
A los instructores —categoría profesoral relevante— hay que incorporarlos de manera temprana a los proyectos de investigación, a las actividades de extensión y a los diversos proyectos extramuros y de postgrado que puedan contribuir a mejorar su estatus. Este objetivo integral, además, consolidará la correcta formación intelectual para garantizar el desarrollo de un profesor universitario que debe estar al servicio del estudiantado y de la nación.