La Universidad Estatal de Colorado publicó su pronóstico, que sugiere un 2023 con actividad ciclónica ligeramente por debajo del promedio. Tanto esa corriente como la temperatura del océano son factores decisivos. Las probabilidades de que golpeen la costa de los Estados Unidos siguen siendo altas.
Por infobae.com
Todavía falta para el comienzo oficial de la temporada de huracanes en el Atlántico, que se iniciará el 1 de junio y se extenderá hasta el 30 de noviembre, pero la Universidad Estatal de Colorado (CSU) ya ha publicado su previsión para 2023, que señala una actividad ligeramente inferior a la media. Según el informe, se esperan 13 tormentas con nombre, seis huracanes y dos grandes huracanes (categoría 3 o superior), cifras que se sitúan levemente por debajo de la media anual de 14 tormentas con nombre, siete huracanes y tres huracanes mayores.
El fenómeno de la corriente de El Niño es un factor determinante y, según el informe, su presencia es probable en 2023. Eso implica el desarrollo de vientos cortantes verticales que pueden inhibir la formación de huracanes. Sin embargo, existe incertidumbre sobre cuán fuerte será El Niño, en caso de que se desarrolle. Por otro lado, las temperaturas de la superficie del océano Atlántico oriental y central tropical y subtropical están más cálidas de lo normal.
Según Philip Klotzbach, científico investigador del Departamento de Ciencias Atmosféricas de la CSU, las temperaturas de la superficie del mar en el Atlántico oriental y central otro factor determinante para los huracanes. A mayor calentamiento, mayor será el combustible disponible para alimentarlos. En la actualidad, las temperaturas de la superficie del mar están muy por encima de lo normal, lo que implica que, aunque El Niño se presente, sigue existiendo la posibilidad de una temporada activa de huracanes en el Atlántico.
“Normalmente decimos que un Niño fuerte triunfa sobre un Atlántico cálido, pero no está claro exactamente cuán fuerte será El Niño y cuán cálido será el Atlántico tropical”, señaló Klotzbach.
A pesar de que la previsión de la CSU indica un número ligeramente inferior de huracanes respecto a la media, las posibilidades de que estos toquen tierra en Estados Unidos son tan altas como en cualquier otro año. Klotzbach explicó que se prevé una probabilidad cercana a la media de que grandes huracanes afecten la costa continental de Estados Unidos y el Caribe.
Klotzbach también dejó claro que las predicciones hechas en abril (las más tempranas) son las menos indicativas de cómo se desarrollará realmente la temporada ciclónica, ya que falta mucho para la parte alta de esta. “Creo que es importante transmitir que las previsiones estacionales en abril siempre tienen mucha incertidumbre, pero ésta tiene aún más incertidumbre de lo normal dada la combinación potencial de un El Niño robusto pero también un Atlántico tropical muy cálido”.
El Niño
El Niño es un fenómeno climático que influye en las temporadas tropicales tanto en el Atlántico como en el Pacífico. Históricamente, El Niño ha disminuido la actividad ciclónica, mientras que La Niña o las condiciones neutrales han creado un ambiente propicio para el desarrollo de huracanes.
Según una alerta emitida por el Centro de Predicción del Clima, hay un 62% de probabilidades de que El Niño se desarrolle entre mayo y julio de 2023.
El momento y la fuerza en que se presente El Niño serán cruciales para la temporada de huracanes. Según Klotzbach, El Niño suele tener su mayor efecto en los huracanes que se forman en los trópicos profundos.