Ese martes 25 de abril, Eglis María Marchán salió de su vivienda en el caserío El Hatico, en la vía hacia Naricual, zona rural del municipio Bolívar.
Por Corresponsalía lapatilla.com
Antes de las 7:00 de la mañana, debía tomar 2 o 3 autobuses para llegar a Pueblo Viejo, su lugar de trabajo.
Ella era la encargada de mantener impecable la villa número 22, en la isla Sumatra, a pesar de que la residencia se encontraba prácticamente sola todo el año.
Ese 25 de abril fue su último día de trabajo, pues quedó atrapada en la explosión que literalmente destruyó la casa.
Su esposo Nelson López quedó desconcertado cuando recibió la noticia. “Ella no merecía eso. Fue a trabajar y murió inocente, calcinada. No lo puedo creer”, lamentó Nelson aún incrédulo.
“Era una luchadora. Sacó adelante a su familia, nunca en la vida tuvo problemas con nadie. Era una mujer buena, que fue a morir inocentemente calcinada”, dijo una de sus familiares.
Eglis laboraba como empleada doméstica desde hacía 5 años, y con mucho sacrificio ayudaba con el sustento de sus tres nietos, que quedaron huérfanos de padre.
“Queremos que se haga justicia, porque ella murió trabajando en la casa de ese señor, al que no lo conocemos, y que ellos ayuden a los familiares que ella sustentaba a través de ese trabajo (tres nietos y dos hijas)”, afirmaron los familiares de Eglis.
Este miércoles 26 de abril, aún estaban en las diligencias para retirar sus restos de la morgue del Servicio Nacional de Medicina y Ciencias Forenses (Senamecf), ubicado en Tronconal III de Barcelona.
Eglis fue la primera víctima fatal de la explosión ocurrida la mañana del pasado martes 25 de abril, en el Conjunto Residencial Pueblo Viejo de Puerto La Cruz.
