Occidente debe mirar hacia la naciente potencia y unir fuerzas frente a los marcados rasgos del avasallamiento chino: roja, amenazante, inescrupulosa; ambiciosa, aterradora, hostil.
Otra característica importante: su joven pirámide poblacional, ofrece aspectos ventajosos, mientras su principal rival envejece.
Grandes empresas tecnológicas investigan su potencial, y existen serios movimientos que agilizarán el campo comercial, imprescindible para el desarrollo global a gran escala.
Sufren en medio de la pobreza interior, pero todos los caminos indican, la disposición a perfilarse entre los grandes y para ello es imperativo reajustar su andar social y resolver inteligentemente los desafíos de casi mil grupos étnicos.
Occidente deberá estudiar meticulosamente la consolidación de un gran bloque, donde la fuerza de Estados Unidos, la Unión Europea y el resto de países democráticos, avancen en planes que serían beneficiosos para la humanidad:
· Primer mercado global.
· Fuerzas conjuntas en la lucha por la libertad.
· Aprovechamiento de las experiencias democráticas para el fortalecimiento de las grandes masas poblacionales.
Obviamente, están pendientes intrincadas metas, para poder resolver internamente su dinámica interna y abrirse al mundo, enseñando una cultura milenaria, de disímiles creencias religiosas y prácticas sociales.
Lo importante es unificar criterios para salirle al paso a la pretensión hegemónica totalitaria, que muestra signos de fatiga, mientras un elefante gigantesco irrumpe en la cristalería terráquea.