Ese dicho que reza que “la lengua es castigo del cuerpo”, le encaja con precisión a los seres humanos que se dedican a proferir cuantas cosas se les ocurra, sin reparar si son ciertas o posibles de realizar y además, no son capaces de arrepentirse de mentir o burlarse de sus semejantes. Es el caso concreto del desaparecido Hugo Chávez Frías que en aquellas largas peroratas, transmitidas en cadena de radio y televisión, se dedicaba a hablar de “lo humano y lo divino”. Soltaba de todo, insultos, epítetos, adjetivos hirientes para estigmatizar a sus adversarios y largos rosarios de promesas que terminaron siendo falsas ilusiones y fraudes a esos seguidores que lo santificaban en cada una de esas estrafalarias presentaciones mediáticas.
Una de las banderas que enarbolaron los impostores de la revolución del Socialismo del Siglo XXI, fue la defensa a ultranza de las prestaciones sociales de los trabajadores. No había reunión pública, asambleas o mítines multitudinarios, en los que tanto Chávez como sus escopeteros, se desgañitaran proclamando “el derecho de los obreros a disfrutar del sacrosanto salario mínimo, aderezado con la denuncia del “asalto de las prestaciones sociales que estaban siendo ultrajadas por los instrumentistas de la oligarquía criolla”. Esas proclamas obreristas quedaron congeladas en videos, que gracias a las redes sociales, aun circulan profusamente y nos ponen a la vista y al oído, esas arengas para cuestionar la bonificación del salario con una proliferación de bonos del zapato, por hijo, del transporte y pare Ud. de contar-denunciaba Chávez-, además se modificaron las leyes obreristas y todo eso-según exclamaba Chávez- incidía negativamente en las prestaciones sociales de los venezolanos.
La verdad es que en todos esos arrestos populistas, el sucesor de Chávez, Nicolas Maduro, se desata en contradicciones, ya que sus anuncios, realizados el pasado 1º de mayo, son la negación de esas pautas “revolucionarias”. Queda clarísimo que Maduro pulverizó el salario mínimo. Que los incrementos realizados no cubren las necesidades más elementales de un trabajador y de su respectiva familia en materia de cesta familiar y menos en lo concerniente a la canasta alimentaria. Los técnicos que conocen la materia económica del país aseguran que esos incrementos, sin respaldos financieros, impactará el déficit fiscal y lo que se viene es un aluvión inflacionario de marca mayor. Las expectativas de conseguir más ingresos o divisas por la exportación de petróleo son una fantasía, reforzada en esta lamentable realidad por esas agresiones verbales sostenidas “contra los enemigos del imperio”.
En conclusión, basta escuchar a los verdaderos lideres sindicales o a los expertos en esta disciplina atinente a los derechos de los trabajadores para concluir que, “los bonos no son salarios, no tienen incidencia en prestaciones sociales, antigüedad, vacaciones, utilidades, esto es una grandísima burla, y aquí cabe una pregunta ¿ dónde quedan jubilados y pensionados que no recibirán bonos? La verdad es que Maduro atropella la Constitución nacional de la que tanto se ufanan, ya que en el artículo 91 de esa Carta Magna, se establece claramente que: “Todo trabajador o trabajadora tiene derecho a un salario suficiente que le permita vivir con dignidad y cubrir para sí y su familia, las necesidades básicas materiales, sociales e intelectuales” .