Hace dos meses ACNUR nos informó que la migración venezolana andaba por el orden de los 7.130.000 compatriotas. Agregó además que de esa cifra el 30% eran venezolanos con formación universitaria y técnica, es decir, 2.139.000 talentos con formación superior perdidos. Y si a ello le sumamos el dato de la UCAB de que esa ola migratoria arrastró, entre hijos y familiares cercanos, unos 530.000 jóvenes y adolescentes que ya no podrán formar parte de la generación que releve semejante pérdida de talento superior, tenemos entonces la desgarradora cifra de 3.351.000 de talentos perdidos, lo cual representa el 11,17% del talento total de nuestro país.
Sin embargo, las posibilidades de formar una generación que releve a los miles de científicos, docentes, gerentes, médicos, ingenieros y profesionales en general que se vieron forzados a dejar el país, se ve dificultada por el hecho de que, de los estudiante del sistema de educación media general que permanecían en el país, han desertado 682.000 (56,3%). Una cifra que durante el periodo 2021 y 2022, se elevó a 1.500.000 niños que abandonaron el sistema escolar (https://www.dw.com/es/).
Lo que las cifras nos indican es que el sistema escolar primario y medio está quedando sin matricula y sin profesores, porque según datos de la fuente anterior, desde el 2015 a esta parte, 100.000 docentes, en disciplinas fundamentales como matemática, Química, Física y Biología, han abandonado el sistema.
Es evidente que el Estado venezolano no tiene ni la voluntad, ni el presupuesto, ni la capacidad de revertir este inminente colapso que él mismo ha provocado.
Es muy desalentador saber, además, que pocos académicos tienen consciencia de que estamos al borde del peor de los precipicios. Sin embargo, me anima saber que uno de los docentes más destacados de la UCV, el Doctor Pedro Castro Guillen, candidato a decano de la Facultad de Humanidades y Educación, no sólo es consciente de esta problemática y de la necesidad de sensibilizar a la comunidad sobre este hecho, sino que, está proponiendo medidas concretas orientadas a frenar la deserción y mejorar la prosecución de los alumnos que han alcanzado ingresar en su Facultad, que son los pocos recursos que nos quedan para atenuar el colapso.
La UCV fue mi primera alma mater y en ella, con la tutoría del doctor Pedro Castro, culminé mi formación doctoral. Por ello conozco la realidad de esta institución y conozco también las enormes capacidades de este intelectual, economista, historiador y filósofo de vocación que se ha postulado para dirigir los destinos de su Faculta y cuyo aporte en estos momentos críticos, estoy seguro, que será relevante para la academia del país.