El increíble caso de la “bebé eterna” que vivió 20 años con el cuerpo de una niña

El increíble caso de la “bebé eterna” que vivió 20 años con el cuerpo de una niña

Brooke Greenberg vivía en Maryland, Estados Unidos. FOTO: Katie Couric

 

El nacimiento de Brooke Greenberg no generó sospecha alguna entre los especialistas. El día en que sus padres, Howard y Melanie, la vieron por primera vez pesaba poco más de 1.8 kilogramos y tenía una dislocación en la cadera.

Por eltiempo.com





De acuerdo con Lawrence Pakula, pediatra de Brooke, en diálogo con ‘NBC News’, la cadera de Brooke se encontraba mal posicionada y empujaba hacia adelante, haciendo que sus piernas giraran hacia sus hombros.

En vista de que los huesos de la bebé habían sido desplazados de su posición original, tuvo que ser sometida a una cirugía y posteriormente a un largo proceso de recuperación en el que fue enyesada y sus pies puestos en en el aire.

Aparte del nacimiento prematuro y la lesión, Brooke era una niña sana, o al menos eso pensaban sus padres hasta que cumplió un año. Mientras los otros hijos de la pareja crecían, maduraban y trascendían, la bebé parecía estar suspendida en el tiempo. Ellos no lo sabían en ese momento, pero así se mantendría hasta el día de su muerte.

“Ella realmente no estaba creciendo al ritmo que debería. Recuerdo que el médico dijo que cuando Brooke ingresara a cuarto grado iba a estar como en el primer grado. Podíamos vivir con eso, no tuvimos ningún problema con eso. Realmente no sabíamos el camino que estábamos a punto de tomar”, relató su progenitor, Howard Greenberg, para el medio citado anteriormente.

Para el programa de entrevistas de Katie Couric, Howard señaló que Brooke creció un poco más hasta los cuatro o cinco años y, desde ese momento, se detuvo. Como si fuera una “bebé eterna”, la niña nunca aprendió a hablar, pasó toda su vida con dientes de leche, usando pañales y siendo cuidada por adultos.

En busca de respuestas

La extraña condición de Brooke llevó a sus padres a buscar respuestas de los especialistas. Desde nutriólogos hasta endocrinólogos, los médicos decían a la pareja que eventualmente su hija crecería y adquiría un tamaño acorde a una niña de su edad. Para su infortunio, esto nunca pasó.

Lo intentaron todo, hasta la hormona de crecimiento, pero Brooke no dejaba de verse ni comportarse como una bebé. Fue, en ese momento, que sus progenitores supieron que algo no andaba bien con su hija. “No aumentó ni una onza o no creció ni una pulgada. Entonces supe que había un problema”, añadió Howard en diálogo con ‘NBC News’.

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Greenberg fue examinada por las más prestigiosas instituciones médicas, entre ellas el Johns Hopkins Children’s Center y el hospital Mount Sinai de Nueva York. Aún así, no pudieron dar con un diagnóstico. Ante la falta de respuestas, su condición empezó a ser denominada síndrome x, que significa síndrome desconocido.

“Incluso los genetistas estaban perplejos. No pudieron encontrar ninguna anomalía en sus cromosomas. Nadie había visto nunca a nadie como Brooke”, puntualizó quien fuese la pediatra de la niña.

La enfermedad desconocida de Brooke no solo afectó su crecimiento, sino que también contribuyó al desarrollo de otros problemas de salud. En el ámbito de la alimentación, por ejemplo, tenía que ingerir comida a través de una sonda, puesto que su esófago era tan pequeño que los alimentos corrían el riesgo de retroceder a sus pulmones y causar neumonía.

 

En sus primeros años de vida, la menor tuvo una úlcera en el estómago, un ataque cerebral y un estado letárgico que la hizo dormir durante dos semanas. Aunque le diagnosticaron un tumor cerebral, la niña abrió los ojos y, cuando los médicos volvieron a hacer los exámenes, no encontraron rastro de este.

La falta de respuestas y de una cura para su hija no socavó la felicidad de sus padres. Con tenacidad y una dosis gigante de valentía decidieron enfrentar la realidad.

“No teníamos médicos que nos dieran una cura. Así que enfrentamos la realidad y simplemente dijimos: ‘Ella está aquí por una razón, está bien a nuestros ojos tal como es'”, señalaron al medio reseñado.

Brooke murió en el año 2013, a la edad de 20 años por una afección pulmonar. En su momento, se creía que su código genético podría ser valioso para conducir al desarrollo de nuevas enfermedades relacionadas con la vejez, como por ejemplo el parkinson o el alzheimer.