No importa las horas de clases que dedique a la docencia o las especialidades que tenga, el sueldo de la profesora venezolana María Cardozo en una institución pública es insuficiente para comprar la comida del mes, un reflejo de la difícil situación que impacta a los maestros en Venezuela.
Por Nicole Kolster / Tomás Guevara / vozdeamerica.com
La remuneración de un maestro en el sistema público apenas pasa los 20 dólares mensuales, estimado en 26 veces por debajo del costo actual de la canasta básica, calculada en el primer trimestre de este año en unos 511 dólares, según el Centro de Documentación y Análisis de la Federación Venezolana de Maestros (FVM).
“¿Cómo sobrevivimos?” Eso se cuestiona esta maestra de 46 años, 15 de ellos dedicados a la profesión de maestra.
“Nosotros los maestros no estamos ganando bien”, insiste. Su ingreso quincenal como educadora del sistema público en el Estado de Miranda, es de 246 bolívares (9,2 dólares) “ese es mi sueldo (quincenal) como empleada pública”, argumenta Cardozo en conversación con la VOA.
En la actualidad el gobierno de Venezuela ofrece una “ayuda” adicional conocida como “el bono de guerra, que ahorita nos han estado dando, que no es suficiente y no es lo que queremos tampoco, nosotros no estamos pidiendo bono lo que queremos es que se nos respete como docentes en el país”, apunta.
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La situación de esta maestra venezolana evidencia las penurias de buena parte de la población en un país que atraviesa una profunda crisis política económica y social de largos años, tanto que el Banco Mundial ha llegado a considerarla como “la peor” en la historia moderna de Latinoamérica.
Aunado a las problemáticas generales que Human Right Watch ha apuntado en este 2023 que “Venezuela atraviesa una emergencia humanitaria compleja, con millones de personas sin acceso a atención básica de la salud ni a una nutrición adecuada”, entre otras falencias.
Pero la situación de esta maestra del país suramericano, vista en paralelo con la de un maestro en Estados Unidos presenta algunas similitudes, sobre todo por los bajos salarios para los profesores en la primera economía del mundo, que están por debajo en comparación con la paga para otros profesionales.
Henry Salinas un profesor de 20 años de experiencia en las escuelas públicas del área de Washington le dice a la VOA que el salario que recibe como profesor no alcanza para cubrir todas las necesidades de su grupo familiar.
Los docentes en Estados Unidos reciben en promedio unos 66.745 dólares anuales según datos de la Asociación Nacional de Educación (NEA) para este 2023, pero esos montos no incluyen los descuentos para pago de impuestos y seguros.
También el alto costo de vivienda en Estados Unidos, tanto de alquiler como compra a largo plazo representan en promedio un costo de 1.976 dólares mensuales, según el centro especializado en bienes raíces US News.
“El costo de vida ha subido, y aunque los salarios suben en escala todos los años, pero no suben a la misma rapidez que sube la inflación (…) un salario de maestro no es suficiente para una familia de tres” en Estados Unidos, comenta Salinas.
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Otros trabajos para seguir adelante
Buscar un segundo o hasta tercer empleo para aumentar los ingresos es una práctica cada vez más común en Estados Unidos entre profesores tanto en grandes urbes como en áreas rurales. Así también en Venezuela donde los maestros se ven empujados a buscar opciones adicionales de ingresos.
La profesora María Cardozo, licenciada en educación especial, ha instalado en la casa de su abuela una pequeña “aula informal” para trabajar con estudiantes de su comunidad, y Salinas en Washington después de terminar la jornada laboral en una escuela en las periferias de la capital estadounidense inicia una jornada de varias horas transportando pasajeros en su vehículo con una de las aplicaciones en línea.
Este profesor de origen salvadoreño, que emigró a Washington siendo un niño, también labora como parte del personal de seguridad los fines de semana en algunos establecimientos que ofrecen espacios de entretenimiento.
Cardozo, madre soltera de tres jóvenes, recibe desde hace dos años en el salón instalado en su vivienda a niños de barriadas del Petare, en Caracas.
El pago semanal de 5 dólares por alumno es un alivio para esta profesora. “Con lo que yo trabajo un niño semanal, ese es mi sueldo quincenal” en la escuela pública, admite.
En la actualidad tiene cuatro alumnos a los que ofrece clases un servicio especializado. “Hay semanas que yo puedo agarrar mis 20 dólares, mis 25 dólares. Entonces sobrevivo con esto, no con los 246 bolívares (9,2 dólares), que es mi quincena”, insiste. “Es lo que me ha ayudado a mí a poder salir adelante y poder mantener mi familia y tratar de brindarles un poquito mayor calidad de vida”.
En el caso de Henry Salinas, durante la semana trabaja de 5 de la tarde a 9 de la noche transportando pasajeros, y en las jornadas nocturnas de fines de semana se ofrece para algún lugar de fiestas. Con estos ingresos que le abonan unos 500 dólares a la semana puede complementar el salario, aunque el monto dependerá de los días y las horas trabajadas.
En su caso -comenta este profesor-, al presupuesto para manutención le debe agregar el complemento del pago de la universidad de su hija, pues la beca obtenida para sus estudios solo cubre el 80 % de la matrícula, el resto corre por su cuenta, con lo que no tiene otra opción que afrontarlo con más horas de trabajo fuera del aula.
María no tiene mayores opciones en un entorno complejo y con problemas de salud que le impiden hacer más, sin embargo, las dificultades la han llevado a buscar opciones múltiples.
El lupus que padece, una enfermedad del sistema inmunológico que ataca los tejidos sanos, tiene que costear tratamientos por cuenta propia, pues en su contrato de maestra no tiene “seguro de salud colectivo”, otra de las demandas que el gremio de maestros venezolanos que denuncian que la situación es parte del “colapso” del sistema de salud del país petrolero.
La maestra enfatiza que “la calidad de vida de los maestros ha bajado muchísimo”, y Salinas dice a la distancia que “el salario actual de los maestros ya no alcanza para una familia como antes”.
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Panorama adverso
En Venezuela los profesores ganan desde marzo de 2022 entre 300 y 600 bolívares, de acuerdo a su grado de especialización. Para entonces representaban entre 70 a 140 dólares mensuales, pero actualmente con las fluctuaciones de esa divisa ese monto rondaría entre 11,3 o 22,6 dólares.
El presidente Nicolás Maduro anunció el 1 de mayo un sistema de bonos por 70 dólares para complementar el salario mínimo de 5 dólares mensuales. “Es un plan de resistencia del ingreso que nos debe llevar más temprano que tarde a la recuperación del salario”, señaló el mandatario en un acto político con seguidores.
La filial de maestros FVM que ha hecho manifestaciones públicas en Caracas y otras ciudades importantes del país ha dicho que “estos aportes son insuficientes, y no satisfacen las aspiraciones y necesidades del magisterio”, por lo que “los aumentos de los salarios deben darse a través de las convenciones colectivas”, que están vencidas.
También las quejas del sector educativo en Venezuela suman a los bajos salarios de los educadores las condiciones de descuido de las escuelas públicas gran parte “en ruinas”. El presidente Maduro lanzó el año pasado un plan para restaurarlas, desplegando a la Fuerza Armada para realizar las labores.
Miles de empleados públicos marcharon a principios de año para exigir que el sueldo se nivelara al costo de vida en Venezuela, una opción que economistas ven poco realista dada la precaria situación de la economía general del país.
“El Estado venezolano en este momento, si quisiera paga ese salario que están pidiendo las personas, debería destinar más de la mitad de los ingresos que tiene la economía venezolana total solo en el pago de salarios de funcionarios públicos activos”, explicó en una entrevista reciente a VOA el economista Andrés Guevara, profesor del Instituto de Estudios Superiores de Administración (IESA).
Los empleados públicos, gran parte del magisterio han optado por la informalidad. La FVM incluso alertó sobre una modalidad denominada “horario mosaico”, en la que los maestros dan clases dos días a la semana para dedicar el resto a otras actividades que les permitan complementar sus ingresos.
“¡El maestro no tiene zapatos, no tiene muchas cosas que le permitan llegar a la escuela!”, protestó en días recientes Carmen Teresa Márquez, presidenta de la FVM.
Sistema educativo descentralizado en EEUU
A diferencia de Venezuela y otros países latinoamericanos donde los sistemas educativos están centralizados bajo el Ministerio de Educación, en Estados Unidos las escuelas se organizan por distritos escolares dirigidos por los gobiernos locales y bajo leyes estatales.
A la vez, las jurisdicciones reciben fondos federales distribuidos para la educación según el número de habitantes que proporciona el Censo de población y otras ponderaciones que hace el gobierno federal para destinar el dinero.
Pero la situación de los docentes en Estados Unidos que ha entrado según estudiosos de la problemática en “una crisis”, por la fuga de profesores de las escuelas, la empujan múltiples factores.
Los bajos salarios encabezan la principal motivación de fuga de maestros, que ha llevado también a una baja matrícula de estudiantes en las universidades para dedicarse al magisterio.
Pero también otros factores como la violencia en las escuelas, las exigencias cada vez mayores para los educadores y entornos de conducta “incontrolable” han llevado “al agotamiento de los maestros” que experimentan –según expertos- una sensación generalizada que en su alrededor “existe poco respeto”.
Una investigación de The Washington Post determinó además que iniciativas en muchos distritos escolares para restringir los contenidos o formas en que los profesores puedan referirse a determinados temas como el racismo, el género y la orientación sexual desaniman a los profesores.