Los manuales de instrucciones decían que era posible. Pero Vyacheslav no se convenció hasta que se dio la orden de lanzamiento y se confirmó el éxito de la interceptación, así lo reseñó THE ECONOMIST.
El operador de Patriot, de 30 años, recuerda un momento de aplausos, alegría e improperios cuando los oficiales de la defensa aérea ucraniana se dieron cuenta de que habían hecho historia aquella noche del 4 de mayo. El “imbatible” misil balístico lanzado desde el aire Kh-47 Kinzhal de los rusos no sólo no era imbatible, sino que en realidad se desplazaba “sólo” a unos 1.240 metros por segundo, un tercio de lo que a los rusos les gusta afirmar. “Comprendimos que el Patriot funcionaba. La siguiente vez, cuando vimos no uno, sino seis Kinzhals en nuestros monitores, sólo era cuestión de ponerse manos a la obra”.
Las interceptaciones de Kinzhal formaron parte de un mes extraordinario para la defensa aérea ucraniana. En los 31 días de mayo, Rusia disparó el 16% de todos los misiles que ha utilizado en 15 meses de guerra, casi el triple de la media.
La mayoría apuntaban a la capital, Kiev. No fue sólo el número, sino también el tipo, lo que supuso un paso adelante: Rusia pasó a utilizar misiles balísticos menos comunes, como el Iskander-M y el Kinzhals, en su lucha por abrirse camino. Los kievitas se despertaron con las “discotecas” rusas -drones y misiles explosivos- en no menos de 20 noches.
Por muy ruidosos que fueran, muy pocos misiles lograron atravesar el escudo. La actuación de los defensores aéreos de la capital hizo que algunos observadores concluyeran que la ciudad se ha convertido en la más protegida del planeta.
Ucrania debe su alto nivel de defensa antimisiles a los nuevos equipos occidentales. Pero que su defensa aérea -y el país- haya sobrevivido se debe al ágil uso que hacen los ucranianos de antiguos sistemas soviéticos como el Buk, el S-125 y el S-300. En los primeros días de la guerra, muchas de las defensas aéreas ucranianas resultaron dañadas y destruidas.
El general Anatoly Krivonozhko, responsable de los cielos de Kiev, describe heroicos “duelos”, en los que los comandantes de división tripulaban cañones sin equipos de apoyo, conscientes de que tarde o temprano un misil los atravesaría y acabaría con ellos. “Así es como sobrevivimos. Perdimos gente en todo el país”. Algunos sistemas Buk tierra-aire móviles siguieron operando de forma independiente desde escondites detrás de las líneas del frente, negando a Rusia la supremacía en los cielos incluso en zonas donde teóricamente tenía el control. Varios aviones rusos sufrieron emboscadas de este tipo.
El general Krivonozhko afirma que la construcción del escudo antimisiles de Kiev comenzó en mayo de 2022. Hasta entonces, la defensa antimisiles se había limitado a defender emplazamientos estratégicos.
El escudo se fue adaptando a medida que evolucionaban las tácticas rusas y aumentaba el apetito occidental por el riesgo. Durante mucho tiempo, la principal ayuda que recibió Ucrania fueron los sistemas portátiles de defensa antiaérea (MANPADS), como los Stinger, que se entregaron por primera vez antes de la guerra. Cuando Rusia centró su atención en una campaña de drones y misiles contra las infraestructuras energéticas ucranianas el pasado otoño, Ucrania ya se había hecho con la primera de sus baterías avanzadas, el sistema IRIS-T de producción alemana.
Poco después llegaron los sistemas nasams, suministrados por Estados Unidos y Noruega, igualmente capaces contra misiles de crucero. El primer sistema Patriot PAC-3 de Ucrania entró en funcionamiento el 21 de abril, el segundo el 27 de abril.
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