Este miércoles fue un día emotivo en una corte federal de El Paso, Texas, cuando, una por una, las familias de las decenas de víctimas del tiroteo en Walmart de agosto de 2019 hablaron directamente con el hombre acusado del asesinar a 23 personas y dejar heridas a otras 22, en lo que se considera uno de los ataques más mortíferos contra latinos en la historia moderna de Estados Unidos.
Por CNN
“Espero que Dios algún día encuentre el corazón para perdonarte por lo que has hecho”, dijo Raúl Loya antes de romper a llorar. Loya es pariente de una de las víctimas.
Durante aproximadamente dos horas, los hijos, viudas, hermanos e hijas, algunos entre lágrimas, usaron palabras como “cobarde”, “monstruo”, “asesino”, “enemigo”, “parásito” y “bastardo” para describir a Patrick Crusius, quien cometió la masacre a los 21 años, y fue el hombre cuyas acciones cambiaron sus vidas para siempre.
El sospechoso de los tiroteos mortales en el complejo comercial fue identificado como Patrick Crusius,
Crusius, quien estaba encadenado de manos y pies, no mostró ninguna emoción durante el procedimiento de este miércoles, solo asintió con la cabeza y, en ocasiones, se le vio nervioso. El atacante de Walmart se declaró culpable de 90 cargos federales, incluidos delitos de odio, por lo que el juez describió como un acto intencional dirigido a las víctimas por su origen nacional o etnia.
Un hilo común entre las declaraciones es el trauma y el trastorno de estrés postraumático (TEPT) que muchas de las víctimas aún luchan hasta el día de hoy como resultado del tiroteo.
“Todavía recuerdo todo tan claramente, aunque he tratado de borrarlo de mi memoria”, relató un jugador de fútbol adolescente identificado en la corte como GA.
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