Iván Velásquez resultó ser un fiasco como ministro de Defensa y, de paso, la ineficaz política de seguridad del Gobierno Petro para llegar a la llamada ‘paz total’. El fracaso del funcionario en el cargo salta a la vista y su desconexión con la crítica situación de orden público que azota al país es cada vez más notoria.
Por Semana
Este viernes, horas antes de su liberación, se atrevió a culpar a la sargento Ghislaine Karina Ramírez de haber sido secuestrada por el ELN junto con sus dos hijos, ambos menores de edad y uno de ellos autista. Velásquez habló de una “imprudencia” de la uniformada y, como si fuera poco, planteó que en todo caso se sabía “de la presencia del Ejército de Liberación Nacional” en esa zona del país.
Las palabras del ministro no solo revictimizaron a los secuestrados. También demostraron de qué lado está. Aunque después, ante la ola de críticas, trató de corregir con un trino, ya era tarde.
Aquí lo cierto es que los criminales del ELN eran los únicos responsables del hecho y nada justifica el secuestro. Por el contrario, el Estado tiene que garantizar la seguridad en todo el territorio nacional, como ordena la Constitución. Es vergonzoso que un ministro de Defensa acepte públicamente que hay zonas donde los asesinos son dueños y hay que dejarles el espacio libre. Es como si le importaran más los derechos humanos de los delincuentes que los de los ciudadanos.
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