Una actriz suicida y el fantasma que ronda el lugar de su muerte: la oscura historia detrás del mítico cartel de Hollywood

Una actriz suicida y el fantasma que ronda el lugar de su muerte: la oscura historia detrás del mítico cartel de Hollywood

La versión original del cartel no decía “Hollywood” sino “Hollywoodland”, el nombre que el promotor inmobiliario H.J. Withley ideó para los terrenos que quería vender

 

Inaugurado el 13 de julio de 1923 sobre el Monte Lee, en Los Ángeles, California, el cartel de Hollywood es sin duda el más famoso del mundo. No sólo por los tres millones de turistas que lo visitan todos los años como uno de los atractivos de la meca del cine sino porque su imagen luminosa se ha repetido durante décadas en cientos de películas, fotografías, cortos publicitarios y propuestas de turismo.

Por infobae.com





Aunque quien lo mandó a construir -con un costo de 21.000 dólares, sideral para la época- ni siquiera pensaba en las películas sino en promocionar la venta de sus tierras para la construcción de un barrio residencial, con la llegada de los estudios de cine se convirtió muy pronto en un símbolo luminoso, cargado con el brillo de las grandes producciones y de sus estrellas.

La versión original del cartel no decía “Hollywood” sino “Hollywoodland”, el nombre que el promotor inmobiliario H.J. Withley ideó para los terrenos que quería vender. Las letras solo debían permanecer allí durante un año y medio, pero el auge del cine estadounidense hizo que se convirtieran en sinónimo de la industria y quedaran allí para siempre.

Cada una de las letras de cartel original medía 13,7 metros de altura y la palabra que formaban se extendía por más de cien metros. Brillaba con luz de cuatro mil lamparitas, para cuyo mantenimiento cada letra tenía una escalera en la parte de atrás.

Pero todo brillo -más aún cuando es tan intenso- tiene sus sombras y en el caso del cartel de Hollywood se encarnó en una historia oscura que comenzó con el suicidio de una actriz fracasada en los albores del cine sonoro y se prolonga hasta hoy con las misteriosas apariciones de un fantasma que, si se hace caso al mito urbano, es su alma en pena que no puede dejar de rondar el lugar donde fue a buscar la muerte.

La actriz se llamaba Millicent “Peg” Entwistle y soñaba con tener una carrera tan brillante como las luces del letrero desde cuya letra “H” se lanzó al vacío el 16 de septiembre de 1932.

Una actriz promisoria

Millicent Entwistle había nacido en Gales, Gran Bretaña, el 5 de febrero de 1908. Como nunca llegó a ser la estrella con que soñaba convertirse en Hollywood, no es mucho lo que se sabe de su infancia, salvo que la actuación le venía de familia.

Una versión dice que su madre era actriz y que murió cuando Millicent -a quien todos llamaban “Peg”- era muy chica; otra asegura que en realidad abandonó a su esposo y su hija. En cambio, es seguro que el padre, Robert, era director de teatro y que, ya sin su mujer, viajó a Nueva York con Peg en busca de nuevos horizontes para su carrera.

Allí se volvió a casar y tuvo otros dos hijos, aunque pronto quedó viudo. Su segunda mujer murió en 1921, cuando Peg tenía 13 años, y meses después Robert también perdió la vida en un accidente, cuando lo atropelló un auto en Park Avenue.

Peg y sus dos hermanos quedaron a cargo de un hermano de Robert que también vivía en Nueva York, el tío Harold.

Los contactos que Robert había tejido en el mundo del teatro le abrieron las puertas a Peg para que debutara como actriz en Broadway cuando tenía 17 años. La obra era El pato silvestre, de Henrik Ibsen, y -según el único biógrafo de Peg, James Zeruk Jr.- la actuación de la actriz debutante despertó la admiración de una estrella ya consagrada, Bette Davis, que la recomendó para que ingresara al elenco del New York Theatre Guild.

Las críticas favorecieron a Peg, a quien se señalaba ya como una actriz con gran futuro en el teatro. Pero el mundo del espectáculo empezaba a cambiar con la llegada del cine sonoro.

Según el biógrafo Zeruk, Millicent Entwistle no buscó al cine sino que el cine la buscó a ella cuando, después de verla en una obra de Broadway donde también actuaba un casi imberbe Humphrey Bogart, un directivo de los estudios RKO le ofreció un papel en la primera película sonora que iba producir la compañíaTrece mujeres, en cuyo reparto se contaban dos de las estrellas más famosas de la época Mirna Loy e Irene Dunne.

Corría 1930, Peg acababa de cumplir 22 años y no dudó en aceptar. Cuando llegó a Los Ángeles, el monumental letrero de Hollywood la recibió con sus cuatro mil luces encendidas.

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