Durante más de dos años, el gobernador de Texas, Greg Abbott, ha seguido una estrategia cada vez más agresiva en la frontera, al enviar miles de soldados de la Guardia Nacional y policías para patrullar el río Bravo poniendo a prueba los límites legales de la acción estatal sobre inmigración.
Por Edgar Sandoval, Jay Root y J. David Goodman | The New York Times
Pero en las últimas semanas, los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley de Texas han llevado esas tácticas mucho más allá y se han embarcado en lo que el estado ha llamado una operación para “defender el frente”, según entrevistas con funcionarios estatales y documentos revisados por The New York Times. Esto ha revelado que fortificaron las riberas del río con hileras de alambre de púas adicionales, han negado agua a algunos migrantes, les han gritado a otros que se regresen a México y, en algunos casos, no han alertado deliberadamente a los agentes federales de la Patrulla Fronteriza que podrían ayudar a los grupos a llegar a las orillas y presentar solicitudes de asilo.
El enfoque cada vez más brutal e independiente ha alarmado a personas dentro de la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos y el Departamento de Seguridad Pública de Texas, la principal agencia responsable de aplicar las políticas fronterizas del gobernador. Varios agentes de Texas han presentado quejas internas y expresado su oposición.
La realidad de esas tácticas en una zona de la frontera, cerca de la pequeña ciudad de Eagle Pass, fue detallada en un correo electrónico por un médico de la policía estatal, quien describió a migrantes exhaustos que se habían cortado con los alambres de púas, un adolescente que se fracturó una pierna para escapar las barreras y oficiales a los que se les instruyó no darle agua a los migrantes sedientos bajo un calor peligroso. Las acciones descritas en el correo electrónico provocaron una condena generalizada de los demócratas de Texas en el Congreso y de la Casa Blanca luego de que el Houston Chronicle informara sobre el correo electrónico.
“Si son ciertos, es algo abominable. Es despreciable. Es peligroso”, dijo la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karine Jean-Pierre, refiriéndose a los informes. “Estamos hablando de los valores fundamentales de lo que somos como país”. El Departamento de Justicia declaró el miércoles que estaba evaluando la situación.
Pero las objeciones dentro del Departamento de Seguridad Pública de Texas se extendieron mucho más allá de un solo médico: al menos otros tres oficiales que trabajan cerca de Eagle Pass, un punto de llegada principal para los inmigrantes que cruzan de forma ilegal, han expresado su indignación y sus dudas a los superiores sobre las acciones que han visto, según correspondencia interna y entrevistas con funcionarios estatales informados sobre la respuesta fronteriza.
Y no fueron solo los oficiales los que describieron la crueldad de las nuevas tácticas. En varias entrevistas con el Times en Eagle Pass, a unas dos horas al suroeste de San Antonio, los migrantes que se recuperan de heridas afirmaron que se habían encontrado con falanges de agentes del orden a lo largo de riberas de Estados Unidos que recientemente estaban rebosantes de alambres de púas, algunos de ellos bajo el agua.
“Ellos nos gritaban una y otra vez: ‘¡Regrésense!’”, contó Reyna Gloria Dominguez, de 42 años, quien llegó a Eagle Pass, Texas, desde Honduras, en una silla de ruedas. “Nosotros les decíamos: ‘¡No podemos!’. Mi hijo les dijo, ‘ella necesita ayuda, esta herida’”.
Escenas similares se han estado desarrollando en otros lugares a lo largo de la frontera, como en la ciudad de Brownsville, Texas, cerca de la desembocadura del río Bravo, donde los policías estatales han estado haciendo guardia en los puntos de cruce detrás de dos capas de alambre de púas.
La creciente agresividad ha creado una tensión internacional con México porque, además de colocar alambre de púas, Texas también desplegó una barrera flotante de boyas de 300 metros en el río Bravo en Eagle Pass este mes. Funcionarios mexicanos han dicho que la barrera quizá haya violado tratados internacionales y podría estar invadiendo territorio mexicano.
Las autoridades de Texas han culpado al gobierno de Biden por permitir una situación caótica en la frontera. Dijeron que la barrera de boyas y los alambres de púas buscaban disuadir a las personas de arriesgarse a nadar peligrosamente a través del río Bravo y dirigirlas a estaciones de cruce fronterizo oficiales y seguras.
“No se han dado órdenes ni instrucciones bajo esta misión que puedan poner en peligro la vida de quienes intentan cruzar la frontera ilegalmente”, dijo Abbott en Twitter.
Las nuevas tácticas de Texas han socavado las relaciones entre las agencias del orden estatales y federales que durante mucho tiempo han trabajado juntas para monitorear la frontera.
En un memorando dirigido al Departamento de Seguridad Pública de Texas el mes pasado, los funcionarios de la Patrulla Fronteriza en el área de Eagle Pass expresaron su preocupación de que el alambre de púas instalado a lo largo del río por los funcionarios de Texas estaba creando nuevos peligros para los migrantes, así como para los agentes fronterizos federales.
Al mismo tiempo, los supervisores de la policía estatal han recibido instrucciones de sus propios superiores de no alertar a la Patrulla Fronteriza cuando se encuentran con grupos de migrantes, indicándoles que manejen la situación ellos mismos, según un mensaje de texto, obtenido por el Times, que el departamento envió a los sargentos.
“¿Por favor, podrían enviarles un mensaje a sus agentes?”, decía el texto, refiriéndose a los que están apostados en un parque de la ciudad que está ubicado junto al puente internacional en Eagle Pass. “NO deben llamar a la Patrulla Fronteriza cuando vean que un grupo se acerca o ya está en la ribera”. En cambio, se les ordenó a los oficiales que hicieran arrestos por allanamiento de morada, un elemento de la Operación Estrella Solitaria.
Muchos de los migrantes que llegaron a Eagle Pass después de pasar por la nueva y peligrosa vía quedaron conmocionados y algunos resultaron heridos.
Gleyders Durant, un migrante de 27 años de Venezuela, se quitó las vendas del pie derecho para mostrar varias heridas. Dijo que cuando cruzó el río el viernes y pisó suelo estadounidense –con su hijo de 3 años sobre sus hombros y su esposa detrás– sintió un dolor agudo. La sangre comenzó a brotar a través de una de sus zapatillas deportivas.
El mensaje de texto, que fue enviado la semana pasada y no ha sido reportado previamente, también instruyó a los oficiales a decirles a los migrantes que “regresen a México” y que crucen la frontera en uno de los puentes internacionales.
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