La IV Cumbre presidencial de la Amazonía, en la ciudad brasileña de Belém, concluyó este miércoles con la firma de una tibia declaración conjunta. El texto no cumple con las expectativas que muchos tenían por su potencial para frenar la destrucción del pulmón del mundo y la crisis climática.
Por Ludmila Vinogradoff | ABC
Catorce años después de su última reunión, los líderes de las ocho naciones sudamericanas se contentaron con posar en una foto de familia que tuvo lugar en el Centro de Convenciones Hangar en Belém, en el corazón de la cuenca amazónica que está siendo amenazada por la deforestación descontrolada, la minería ilegal y el narcotráfico. Pero ninguno mostró disposición para detener las amenazas.
El presidente anfitrión Luiz Inácio Lula Da Silva no logró la presencia del venezolano Nicolás Maduro, quien se excusó por razones de salud, y tampoco el presidente de Ecuador, pese a la proyección mediática de la cumbre. En su lugar acudió la vicepresidente venezolana Delcy Rodríguez, el ministro de Asuntos Exteriores de Ecuador, Gustavo Manrique; el primer ministro de Guyana, Mark Phillips; el presidente de Colombia, Gustavo Petro; el presidente de Bolivia, Luis Arce; la presidenta de Perú, Dina Boluarte; y el ministro de Asuntos Exteriores de Surinam, Albert Ramdin.
Lula da Silva inauguró el encuentro, que calificó de «histórico» al centrar sus esperanzas en la cooperación que pueda resultar de esta cita. Sin embargo, abandonó la cumbre en la primera jornada de debates, con lo cual marcó el fracaso anticipado del encuentro.
“Estoy convencido de que la historia de la Amazonía será medida a partir de este encuentro. Que habrá un antes y un después”, sostuvo Lula en su intervención grandilocuente de inauguración repetida en las redes sociales.
Por su parte, María Alexandra Moreira, la líder de la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA), hizo un llamado urgente a tomar medidas decisivas contra la deforestación y para implementar políticas que mejoren la vida de las personas que viven en la región.
Por su parte, la venezolana Delcy Rodríguez afirma que el Amazonas ha perdido un 20% de su superficie vegetal. Pero no ha firmado el tratado amazónico que obliga disminuir la destrucción ambiental hasta el 2030.
En su discurso Rodríguez habló de los ocho males o factores que afectan la Amazonía, pero no mencionó que la minería ilegal es la principal causa de la devastación de la cuenca en el país. La Unesco ha intentado desde hace diez años visitar y evaluar los daños que se han cometido por la explotación del oro en Canaima, un sitio declarado patrimonio de la humanidad, pero el régmen chavista de Maduro no lo ha permitido.
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