VIDEO: Neoyorquina olvidó quitarse el anillo antes de irse a dormir y vivió una pesadilla

VIDEO: Neoyorquina olvidó quitarse el anillo antes de irse a dormir y vivió una pesadilla

La joven debió ir varias veces al médico, hasta que uno logró cortar el anillo y liberar su dedo
@briannap31/TikTok

 

“Una historia de terror”, así definió su experiencia una joven de Nueva York a la que se le quedó atrapado un anillo de metal en un dedo, por varios días. Olvidó quitárselo antes de dormir y terminó viviendo un momento de temer, según dijo. Como no lograba aflojarlo, intentó primero remediarlo de forma casera y terminó visitando al médico. La joven se volvió viral por lo extraño que resultó su testimonio para muchas personas en las redes.

Por La Nación 





La usuaria @briannap31 publicó un video para relatar la odisea, que comenzó en una noche de fiesta. Llegó tan cansada a casa, que simplemente no pensó en quitarse los accesorios de las manos. Las consecuencias empezaron a notarse a la mañana siguiente, cuando su dedo estaba extremadamente hinchado. “Este anillo no saldrá. Aceptaría sugerencias para sacarlo. No es triste, es aterrador”, describió en su clip.

En las imágenes se ve cómo prueba desde sumergir su dedo en agua helada o elevar el brazo por completo encima de su cabeza, con el objetivo de reducir la hinchazón. No obstante, el efecto es el contrario, dado que la pieza metálica comienza a apretarle más y, por lo tanto, su extremidad queda más inflamada. “Esto no es divertido”, afirma en el clip.

@briannap31

Top 5 worst days..watch till end #fyp #foryoupage #foryou #badday #finger #dontflop #ouch #help

? Bad Day – Daniel Aubeck

Luego se ve cómo la joven pide ayuda a alguien que improvisa otra técnica e introduce un hilo con el que hace presión de un solo lado para que el objeto salga con mayor facilidad. Como paso adicional, le coloca un gel, a ver si de esa manera el metal resbala, pero no funciona: “Este es el peor día de mi vida”, asegura.

En la grabación, incluso se la ve llorar de desesperación. Para ese momento ya habían pasado algunos días y su dedo estaba cada vez más hinchado. “Seguro van a cortármelo”, dice, entre llanto. Luego ve a un médico que no logra el objetivo, hasta que un segundo especialista consigue cortar el accesorio. “Santo cielo, soy libre”, concluye.

Lea más en La Nación