El viaje de Lady Di hacia su muerte: un carro para chatarra y un chofer que había mezclado alcohol y psicofármacos

El viaje de Lady Di hacia su muerte: un carro para chatarra y un chofer que había mezclado alcohol y psicofármacos

Imágenes de la investigación sobre la muerte de la princesa Diana y Dodi Al Fayed Oct 2007 (The Grosby Group)

 

El 31 de agosto de 1997, Diana de Gales y Dodi Al-Fayed se mataron en un accidente en un túnel parisino. El Mercedes en el que intentaban escapar de los paparazzi, un vehículo en pésimas condiciones mecánicas, era manejado por Henri Paul, jefe de seguridad del Hotel Ritz, un hombre adicto al alcohol que pasaba por un hondo cuadro depresivo. Había tomado tres veces más de lo permitido y consumido psicotrópicos. Él también murió en el choque.

Por infobae.com





Desde el instante trágico en que ocurrió, a las 00.23 del 31 de agosto de 1997, el accidente en el que se mataron Diana de Gales, su pareja Dodi Al-Fayed y el conductor del auto, Henri Paul, fue reconstruido hasta el hartazgo, en loop, como si no dejara de ocurrir. La pareja salió veinte minutos después de la medianoche del Ritz -propiedad de Mohamed Al-Fayed, padre de Dodi- por la puerta trasera del hotel, para evitar a fotógrafos, periodistas y curiosos. Acompañados por el guardaespaldas Trevor Rees-Jones, se subieron a un Mercedes Benz rumbo a un departamento cercano, en la rue Arsene Houssaye. Paul, jefe de seguridad del Ritz, se sentó al volante; Rees-Jones, a su lado; Diana y Dodi, detrás, sin cinturón de seguridad. Tres minutos después, el chofer aceleró e intentó despegarse de unos paparazzi que los perseguían. En el túnel del Alma, el Mercedes rozó el paragolpes trasero de otro auto -que circulaba a 50 km por hora, la velocidad permitida-, zigzagueó, se estrelló contra la columna 13, a su izquierda, giró bruscamente sobre sí, y chocó el muro de la derecha. Paul y Dodi murieron en el acto; Diana agonizaba en el piso del habitáculo, con una grave hemorragia interna y la cara contra el respaldo de Rees-Jones (que iba a ser el único sobreviviente). Horas después murió en el hospital Pitié-Salpetriere. Tenía 36 años.

Como suele ocurrir ante la muerte imprevista de personajes célebres, el estupor inicial dio paso, con el correr de los días, a una combinación de morbo y especulaciones, incluidas las hipótesis de asesinato. Mohamed Al-Fayed se aferró a una carta publicada por el diario británico “Daily Mirror” y sostuvo que Diana y su hijo habían sido víctimas de una conspiración entre la familia real y los servicios de inteligencia británicos, vinculados, según esta teoría, con el jefe de seguridad del Ritz. ¿El móvil? Que se intentaba de ocultar que Diana estaba embarazada de Dodi: esperaban un hijo musulmán. El dedo acusador del magnate egipcio, ex dueño del equipo londinense Fulham y de las tiendas Harrods, le apuntó también al marido de Isabel II, Felipe, el duque de Edimburgo. Se llegó a investigar la posible existencia de un sicario entre los paparazzi. Pero, a la larga, el índice de las sospechas -no de homicidio sino de irresponsabilidad- terminó señalando a Al-Fayed padre.

Alcohol y antidepresivos

Veinte años después de la tragedia, en 2017, tres periodistas de la revista “Paris Match”, Jean-Michel Caradec’h, Pascal Rostain y Bruno Mouron, pusieron fin a las teorías conspirativas. Tras el análisis minucioso de las 8.000 páginas que tenía la causa judicial, publicaron el libro “Qui a tué Lady Di?” (¿Quién mató a Lady Di?), en el que sostuvieron que las principales causas del accidente habían sido las pésimas condiciones mecánicas del Mercedes S 280 contratado por Al-Fayed y, también, el mal estado psicológico y físico del hombre que lo conducía la noche del accidente fatal, empleado del dueño del Ritz. Se sabía, desde el inicio de las investigaciones, que Henri Paul había tomado durante la cena más del triple de la cantidad de alcohol permitida para manejar. “Además de tener 1,81 gramos de alcohol en sangre (0,50 era el máximo legal), tomaba dos medicamentos por su alcoholismo y tres antidepresivos. No tenía permiso para manejar vehículos de lujo, limousinas, y no tenía derecho a conducir aquel día”, concluyeron.

La historia del Mercedes en el que se mataron Diana, Dodi y Paul era, según los investigadores, otra muestra de imprudencia e incluso de ilegalidad: “Ese vehículo ya había tenido un accidente importante. Esa vez dio varias vueltas de campana y quedó destruido. Después, se obtuvo una autorización para que fuera reconstruido. Pero estaba para chatarra. Nunca debería haber vuelto a circular”, declaró Rostain en la radio RTL. Uno de los históricos choferes del Ritz, Karim Kazi, opinó algo similar: “Yo le había dado aviso a las autoridades del hotel que la dirección del coche no era segura. Empecé a señalar fallas a comienzos de 1997, meses antes del accidente en el que murió Diana de Gales. Para mí, era un auto que no funcionaba bien, no tenía que estar habilitado para circular”.

La última cena

Durante algún tiempo circuló el dato de que Henri Paul, de 41 años -que en la última foto aparecía aferrado al volante del Mercedes con anteojos y una leve sonrisa-, manejaba a 200 kilómetros por hora al estrellarse. Las pericias indicaron que, en realidad, iba a una velocidad que oscilaba entre 118 y 155 kilómetros por hora: muy por encima de lo permitido en el túnel del Alma. Paul, nacido en Lorient, ciudad portuaria de la región de Bretaña, no era un chofer experto. Tenía, sí, desde los 18 años, licencia como aviador. Incluso, había trabajado como instructor. Después se dedicó a la venta de embarcaciones, en especial yates, hasta que en 1986 consiguió el cargo de subjefe de seguridad en el Ritz gracias al contacto que le hicieron dos amigos. El 30 de junio de 1997 llegó a jefe del área. El ascenso no lo encontraba en su mejor momento: tras haberse separado de su pareja, luchaba contra severos trastornos anímicos y estados cambiantes, agravados por el alcoholismo.

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