Pese a las complicaciones del clima que este 2023 convirtieron al festival Burning Man en noticia por la muerte de una persona, año a año miles de personas de todo el mundo se reúnen en un punto en medio del desierto de Nevada, Estados Unidos, para realizar una celebración de expresión personal, con enfoque en la autosuficiencia y la comunidad.
Por La Nación
El Burning Man no siempre se hizo en el mismo lugar, sino que sus inicios fueron a mediados de los ochenta en un entorno completamente diferente: la playa de Baker, en San Francisco, California, donde un grupo de amigos, liderados por Larry Harvey y Jerry James, crearon una escultura gigante de madera en forma de hombre a la que prendieron fuego como acto simbólico de liberación y expresión creativa. Desde entonces esta práctica se vuelve el punto cumbre de las actividades anuales.
La popularidad del evento único en su tipo creció de inmediato y con la convocatoria de miles de personas, conocidas como “burners”, en 1990 los organizadores se vieron obligados a buscar un sitio en el desierto de Black Rock, Nevada. Actualmente, unos 80.000 asistentes participan cada año en la construcción de una especie de utopía. “Construyen pueblos, un centro médico, un aeropuerto y escenarios para espectáculos”, consignó USA Today.
De tal manera, durante el evento que se realiza en el verano boreal se levanta una especie de ciudad temporal conocida como Black Rock City, que alberga una amplia gama de actividades, desde conciertos y talleres hasta ceremonias espirituales. Los participantes suelen vestirse de manera extravagante, lo que contribuye a crear una atmósfera única donde reina la expresión personal en un espacio de libertad.
Lea más en La Nación