Parecía una escena de la guerra fría. Kim Jong Un, líder de Corea del Norte, se apeó esta semana de su lujoso tren blindado tras cruzar el Lejano Oriente ruso, para ser recibido por una banda de música militar y trasladado a reunirse con Vladimir Putin. Durante una comida a base de ensalada de pato y albóndigas de cangrejo, regada con vinos rusos, los dos dictadores brindaron por lo que Kim denominó la “lucha sagrada” contra el imperialismo occidental, así lo reseñó THE ECONOMIST.
Ambos hombres son retrógrados. Kim es nieto de un tirano impuesto a Corea del Norte por Stalin. Putin se muestra nostálgico del pasado imperial de Rusia. Sin embargo, la amenaza que representan hoy es clara y actual.
Una alianza entre ellos podría alterar el curso de la guerra en Ucrania al proporcionar a Rusia un nuevo suministro de armas. También podría desencadenar una carrera de armamento nuclear en Asia.
Corea del Norte es como una versión extrema de lo que Rusia se está convirtiendo bajo el mandato de Putin: una sociedad militarizada, aislada de Occidente, dirigida por un déspota despreocupado por la vida humana. Sin embargo, a pesar de su pobreza y aislamiento, de repente tiene algo que Rusia necesita urgentemente: más proyectiles de artillería.
Se calcula que Rusia disparó más de 10 millones de proyectiles el año pasado y, al igual que Ucrania, se está quedando sin ellos. Corea del Norte, con sus fuerzas armadas de estilo soviético, tiene millones almacenados y la primitiva fuerza industrial para fabricar más.
La tasa de fallos de sus proyectiles es alta: en una andanada dirigida a Corea del Sur en 2010, el 20% no detonó. Pero para Rusia es mucho mejor que nada. Y Corea del Norte también podría ofrecer otras armas, como cohetes u obuses.
Cualquier acuerdo sobre municiones llegaría en un momento delicado de la contraofensiva ucraniana, cuya lentitud ha suscitado nuevas dudas sobre sus tácticas y la determinación de Occidente.
Por el momento, Ucrania ha alcanzado al menos la paridad con Rusia en la guerra de artillería, y ambos bandos se enfrentan a restricciones en los suministros. Pero si Rusia recibiera una afluencia de municiones, podría inmovilizar a las fuerzas ucranianas con mayor eficacia, frenando aún más sus avances y aumentando el nivel de desgaste en los próximos meses de invierno.
Corea del Norte quiere algo a cambio. En la década de 2000, Rusia firmó el régimen internacional de sanciones impuesto a Corea del Norte por su programa ilegal de armas nucleares. Sin embargo, el lugar de la reunión de esta semana -el puerto espacial del cosmódromo de Vostochny- dio una pista no demasiado sutil de lo que podría venir a continuación.
Es posible que Kim pida acceso a la tecnología rusa de misiles, que podría mejorar el alcance, la fiabilidad y la flexibilidad del sistema de lanzamiento de armas nucleares de Corea del Norte. También podría estar interesado en los secretos de los satélites y submarinos rusos.
Más detalles en THE ECONOMIST