Alfredo Maldonado: Educa que algo queda

Alfredo Maldonado: Educa que algo queda

La torpeza del castromadurismo comienza por una de las áreas en las cuales ponen más énfasis los países que valen la pena, la educación. El régimen cree que “la educación” es simplemente tener maestros controlados por el partido e instalaciones en escuelas y liceos, que, dicho sea de paso, la mayoría se les está cayendo a pedazos.

Una escuela, un liceo, no es sólo “una instalación”. Es un dinamismo que necesita pizarrones, borradores, tizas, bibliotecas ahora digitales, computadoras, equipos en general, y personal capacitado, satisfecho, orgulloso de su vocación y del respeto y compromisos de esa vocación.

La educación es formación de los ciudadanos en todos sus niveles, universitarios en general, tecnológicos especialistas, investigadores, trabajadores especializados, etc., es decir, facilitar a la mayor cantidad de ciudadanos posible su propia formación profesional, tecnológica y de oficios y preferencias dentro de un ambiente de servir y ser servido.

Esencial para el desarrollo y crecimiento del país es el gremio docente, tanto los indispensables maestros de primera enseñanza, como los que irán formándolos a lo largo de su desarrollo de aprendizaje. Esos maestros y profesores deben tener vidas satisfactorias para que puedan dedicarse no sólo a formar a niños y jóvenes, sino para asesorarlos en su desarrollo, desde niños hasta adultos en busca de una especialización y de tener el tiempo y los elementos para formarse ellos mismos. Tan docente es el maestro paternal de kínder y primaria, como el instructor guía para especializarse en sistemas electrónicos de los vehículos modernos.

Tener a los docentes en una situación miserable es el peor negocio del mundo, es freno de los pueblos, es bandera de los países que se estancan, que terminan siendo posesión de otros o, aún peor como el caso venezolano, de bandidos y de gobiernos que, como el castrocubano, tienen a la ignorancia como realidad política y de control.

Los políticos en democracias de izquierda y en tiranías los han visto como miembros de masas que votan y contribuyen a ganar elecciones, sin entender que mucho más que eso, son los auténticos guías de la evolución de las naciones. Los políticos especialmente en Latinoamérica han visto a maestros y profesores como elementos de poder político y no como lo que realmente son, formadores de naciones.

El sueldo de esos docentes es sólo una parte del problema, fundamental porque son hombres y mujeres con familia, vida propia y una carrera que les exige plenitud de dedicación y constante renovación de su propia formación.

En las tiranías y en las ideologías excluyentes los tiranos y sus acompañantes han optado por captar a los docentes como instrumentos políticos, partiendo de la base perennemente errónea de la obediencia como pensamiento y como mensaje. Un docente puede tener la ideología que prefiera, pero antes es maestro, formador de hombre y mujeres.

Y fallar en el sostenimiento económico de ese gremio esencial, es el primer enorme error que esos regímenes cometen. Descuidar salarios no lleva a lealtad y obediencia, lleva a rebeldía y enemistad.

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