Domingo de Monteverde y Ribas (1773-1832), criollo de Canarias y tinerfeño, arribó a Coro a inicios de marzo de 1812, con no más de 300 hombres, destinado a tratar de atender los “trastornos” de la provincia de Caracas, de la que se tenían registros de prolongados desacuerdos entre su élite y el resto de los grupos sociales. Una élite críptica que mantenía el poder desde hacía casi dos siglos muy renuentes a los cambios reivindicativos.
Llegó a Caracas el 29 de julio y forma gobierno hasta el 7 de agosto de 1813. Su gobierno fue calificado de arbitrario. Afrontará la invasión, con ayuda extranjera, tanto por occidente como por oriente utilizando tácticas de guerra irregulares y practicando el vandalismo. Replegado en Puerto Cabello entrega el mando el 28 de diciembre de 1813. Herido en la cara sale el 8 de enero rumbo a Curazao y Puerto Rico. Muere en Cádiz el 19 de septiembre de 1832. El fracaso de la contrarrevolución produce una desbandada de personas tratando de huir al extranjero.
Encara una sociedad multirracial, mayoritariamente libre, compleja, con muchas imbricaciones, atendiendo a muy diversas actividades. Además, la situación era de insurgencia generalizada acosada por la fuerte represión republicana, el dinero perdiendo valor, el comercio afectado, también se habían extendido las Ordenanzas de los Llanos.
Desde Coro inició su ruta hacia Caracas y para ello proponemos el siguiente derrotero como probable. Varias premisas son importantes referir. La primera premisa, y que nos parece fundamental y nos permite aproximarnos a la actuación de Monteverde, es el acierto de Ángel Rafael Lombardi Boscán al darle la categoría de primer caudillo de Venezuela. La segunda que había sido escogido para pacificar la provincia y con órdenes “para obrar sin sujeción a jefe alguno”. La tercera que su destino se sustentaba en el paisanaje, en un contingente social que vemos referido como el partido canario, pero que nos resulta algo difuso.
En todo caso, Manuel Rodríguez Campos en su trabajo sobre migración canaria reconoce la existencia de una “nacionalidad canaria” establecida en Venezuela desde principios del siglo XVIII. Manuel Lucena Salmoral, por otra parte, atribuye a la migración canaria la magnitud del grupo de los criollos blancos no elitista, mucho más restringido en otros lugares de América española. Por su ascendencia se conocieron como “canarios” o “isleños”.
La expedición toma el camino de la Sierra de San Luis y va dejando atrás la silueta de la península de Paraguaná. Coro, de acuerdo a Francisco Depons, agente político del gobierno francés en Venezuela entre 1801-1804, contaba con una población de unos 10.000 habitantes. Avanzan por los lados de Curimagua, Cabure, San Luis. Alcanzan tierras bajas y pasan por Taratara, alrededores de Churuguara. En la región se cultivaba caña de azúcar que requería mano de obra esclava, algodón, también estaba introducido el café. En una semana llegan en Siquisique, de donde era oriundo Juan de los Reyes Vargas, conocido como el Indio Reyes Vargas, declarado realista. Irán acumulando apoyos.
El 23 de marzo de 1812 llegan a Carora, una vieja y activa fundación, que en 1809 contaba con 6.132 habitantes. Productora de lana, diversos artículos de cuero y piel, era importante la ganadería, así como el cultivo de la caña de azúcar que requería mano de obra esclava y estaba muy extendido por la región larense. Su cultivo alcanzaba Humocaro Bajo con 2.188 habitantes en 1810, también la depresión del río Turbio. El Tocuyo, cruce de rutas importantes, que en 1810 tenía 9.619 habitantes, producía caña, algodón, su trigo era reconocido como el mejor de la provincia, un renglón importante era la sal proveniente de las salinas de Coro.
En quince días, el 7 de abril, están en Barquisimeto, pasarían por Nuestra Señora de la Candelaria de Cabudare donde del sitio de Bureche era nativo el sacerdote Andrés Torrellas, activo defensor de la causa realista. Barquisimeto era una población mayoritariamente parda, que de acuerdo a Francisco Depons tenía una población de 11.200 habitantes, sin embargo, en 1815 estaba reducida a 2.596 habitantes. Podemos presumir que toman camino hacia San Rafael de Onoto, fundación de los capuchinos andaluces, con un importante porcentaje de indios y blancos. De allí remontan a San Carlos de Austria, villa iniciada por los capuchinos andaluces, y donde llega el 25 de abril. De acuerdo a Francisco Depons contaba con 9.500 habitantes. En 1764 la gran mayoría de los habitantes eran isleños. Centro de ganado vacuno, caballar y mular. Siguen a Tinaco con un porcentaje de blancos que rozaba el 50% al momento de la visita del obispo Mariano Martí.
Continúan hacia Tinaquillo con una amplia mayoría parda. Los primeros días de mayo alcanzan Valencia, que según el censo eclesiástico citado por Francisco Depons, en 1800 contaba con 6.548 habitantes, y en 1809 con 7.034, momento en que el componente pardo rozaba el 50% y el blanco un tercio. En 1804, a petición de los vecinos isleños, se estaba construyendo la iglesia de Nuestra Señora de la Candelaria en el barrio de Pueblo Nuevo a unas veinte cuadras al sureste de la Catedral.
Seguirán a Maracay con 7.929 habitantes en 1809, y una población parda que rozaba el 50% y blanca que alcanzaba el tercio. Los llamados Valles de Aragua eran tierras muy fértiles dedicadas a cultivos varios: algodón, añil, café, trigo, caña, tabaco. Las pequeñas propiedades empleaban mucho jornalero. El cacao en plantación ocupaba, principalmente, el litoral central y tierras barloventeñas. Es probable que se incorporaran fuerzas desde Villa de Cura, villa de blancos, que en 1809 contaba con 4.314 habitantes, y puerta del Camino Real hacia Los Llanos Centrales. Dos fundaciones llaneras de los misioneros andaluces: El Pao (1661) a orillas del río Pao y La Iguana (1753) sobre el río Iguana eran consideradas enclaves para el contrabando. El Pao en 1802 contaba con 5.400 habitantes de acuerdo a Francisco Depons.
Siguiendo el camino a Caracas pasarían por Turmero, con una población blanca que superaba el tercio. En 1807 Depons refiere que tiene 8.000 habitantes, con plantaciones de tabaco por cuenta del gobierno. Pasarían por San Mateo, con 1.415 habitantes en 1809, La Victoria que según Francisco Depons tenía 7.800 habitantes, con una numerosa población parda y blanca. Inmediatamente El Consejo que para 1810 tenía una población de 2.741 habitantes con un significativo número de esclavos. Desde allí remontan hasta San Pedro de los Altos, con 1.021 habitantes en 1810, para ir bajando hasta Antímano, parroquia foránea de Caracas que en 1811 contaba con 1.286 habitantes. El 29 de julio llegan a Caracas, que en 1810 contaba con 31.721 habitantes.
María del Pilar Rodríguez Mesa
Bióloga. Profesora de Biología Vegetal. Facultad de Ciencias. Universidad Central de Venezuela. En asuntos históricos ha abordado migración canaria, proceso independentista y formas musicales afines entre sur y este de España, Islas Canarias y Venezuela