Imagina que estás en la oficina de Vladimir Putin en el Kremlin o en la de Xi Jinping en Pekín. Estás observando la escena política en Estados Unidos, tu principal adversario estratégico.
Ves a un presidente de Estados Unidos atrapado en una crisis política que le impide aprobar más ayuda para Ucrania, amenazado con el cierre de su administración debido a la falta de un presupuesto aprobado por el Congreso, y el Presidente de la Cámara de Representantes destituido por sus propios “amigos” -la elección de palabras es inapropiada-. En resumen, un caos político que amenaza con paralizar a la primera potencia mundial.
En Moscú o Pekín, estas imágenes refuerzan la opinión, arraigada desde hace años en la mente de los líderes de estas dos potencias, de que Occidente está experimentando un declive irreversible. Ya sea que tengan razón o no, su estrategia militar, diplomática y política está dictada por este análisis y podría llevarlos a tomar decisiones arriesgadas como resultado.
De hecho, ha habido un aceleramiento político en Washington que ha sorprendido a todos. La semana pasada, Joe Biden aún llamaba a sus socios europeos para tranquilizarlos después de que se retirara una ayuda de seis mil millones de dólares a Ucrania como parte de un compromiso alcanzado con el Presidente de la Cámara, Kevin McCarthy.
Pero el lunes, McCarthy fue destituido por la facción extrema y partidaria de Trump de los Republicanos, poniendo en duda los acuerdos con la Casa Blanca. Joe Biden cambió su tono y ahora dice estar preocupado por la ayuda a Ucrania y anuncia su “gran discurso” para recordar a los estadounidenses la importancia de este asunto.
Todos esperaban que la campaña presidencial estadounidense de noviembre de 2024 tomara protagonismo el próximo año. La batalla política se ha desatado trece meses antes de la fecha límite y sus consecuencias son graves. En particular, ha dejado en una situación vulnerable la ayuda a Ucrania.
La administración Biden ciertamente tiene formas de sortear este problema, especialmente a través de “órdenes ejecutivas”, decretos presidenciales que no requieren la aprobación del Congreso. Pero no todo será posible, y en medio de una guerra, esta incertidumbre debilita a Ucrania.
La crisis en Estados Unidos demuestra cómo el tema de Ucrania puede convertirse en un asunto de política interna. La mayoría de los estadounidenses siguen siendo favorables a esta ayuda, pero menos entre los republicanos, que en su mayoría se oponen. Por lo tanto, existe un riesgo para el enfoque bipartidista que hasta ahora era posible.
La preocupación se extiende a otros “frentes” en el mundo, especialmente a Taiwán, que depende del apoyo estadounidense para enfrentar a China. El enfoque bipartidista aún existe en Estados Unidos en lo que respecta a China, pero la sombra de un Donald Trump disfuncional es ahora demasiado grande para ser ignorada. El escenario catastrófico en Estados Unidos realmente comienza a tomar forma: en Moscú y Pekín, lo observan con deleite.
@A_Urreiztieta