No hay duda de que lo de este domingo 22 fue una sorpresa para todos. Se esperaba que las elecciones convocadas por la oposición se realizasen y se confiaba en que ganara María Corina Machado. Lo que nadie esperaba fue el aluvión y entusiasmo de la gente, en todo el país, de todos los sectores.
Los castromaduristas, obviamente, veian el asunto con preocupación, veinticuatro años son demasiados hasta para una tiranía policial y militar, castrista, chavista, antiimperialista y todo eso. Saber que el poder está en riesgo no es grato, saber que se debe negociar con una potencia extranjera que aunque tenga muchos asuntos que atender éste es uno de ellos, y que sólo los enredos y errores de Vladimir Putin y especialmente de los asesinos del terrorismo fanático en el Medio Oriente los mantienen ocupados y con nuevo ojo petrolero sobre Venezuela, debe ser angustiante para quienes han destruido a la industria petrolera como a un obeso de corazón débil para usar lo poco que han dejado para pagarle a los chinos, sostener a la incapacidad cubana y pagar alguna que otra cosa que todavía pueden comprar, todo lo demás lo han echado a perder después de robar cuanto han podido.
El poder distrae, especialmente cuando se tiene la cartera llena y las bayonetas cómplices y preparadas, pero quien es capaz de poner frente a Israel y los fanáticos dos flotas completas por si acaso, hace que todo poder sea endeble, hasta con Joe Biden.
Perder el poder cuando se tiene la conciencia llena de alimañas es engorroso, se hace lo que se pueda para mantenerlo, pero lo de este domingo superó toda previsión. Porque no fue cuántos votaron por Marina Corina Machado, sino que el pueblo salió masivamente a la calle, y con entusiasmo. Eso es lo que duele y angustia, las masas que se creían controladas resulta que no lo están tanto. Si María Corina Machado llama a ser apoyada frente al CNE, o a paralizar el país, será masivamente apoyada y el país se detendrá.
Entendamos también que la multivariada oposición fue barrida, borrada del mapa. Los que aparecieron por primera vez, los que han aparecido demasiado, quienes trampean para conseguir una segunda oportunidad. Desde este domingo 22 de octubre la oposición venezolana tiene nombre, es ingeniero, es de familia elevada y, como millones de mujeres en este país, es madre y sus hijos la quieren.
Al castromadurismo sólo le queda patalear, como dice un analista sacarse del olvido a mujeres para que no los llamen machistas por atacar a una mujer. Y Jorge Rodríguez, claro, que se aferra a un papel y hace divagaciones. Y Diosdado Cabello que desconoce abiertamente a la voluntad del pueblo y asegura que María Corina Machado jamás podrá ser reconocida por el Consejo Nacional Electoral. ¿Tendrá Cabello recursos para enfrentar a la masa que irá a gritarle si el régimen que él defiende obstaculiza a la mujer que las masas han decidido?
Machado tiene sólo un enemigo que debe evitar (del castromadurismo se encargarán el Departamento de Estado y el gobierno de Washington ávido de asegurarse el escaso petróleo que PDVSA todavía puede producir),y ese enemigo es como el cáncer, lento pero seguro, cuando duele ya es tarde. Es toda esa oposición que lleva un cuarto de siglo fracasando, equivocándose, desde aquél Enrique Mendoza que creyó que podía y no pudo, hasta las antiguallas actuales que no se han dado cuenta de que Acción Democrática, Copei, la Causa R, el MAS y resto de la pandilla ni siquiera tuvieron que ser freídos en aceite, murieron silenciosamente.
Chávez no nos ha gustado a la mayoría, pero fue el cambio radical. Un mal cambio basado en el perenne error venezolano de creer que los militares gobiernan mejor, un cambio mal preparado por un hombre que sólo sabía adorar a uno de los grandes fracasos de la historia, Fidel Castro y la Cuba que dejó.
Dijo aquél Rey necio y mal preparado de Francia, “aprés de moi le diluge” y el diluvio llegó para que Francia se revolviera y decapitara su historia pasando de una Monarquia abúlica a la tiranía del artillero de Córcega, Napoleón Buonaparte, que ganó unas cuantas batallas y terminó hundiendo a la Grande Armée en los lodos y nieves rusas, y hundido él mismo en el humillante olvido en mitad del Atlántico. Después de la democracia incompetente cayó sobre Venezuela el diluvio chavista, María Corina Machado es nuestra Noé pero no necesita meter en su Arca a los habituales, deje que se ahoguen, lo nuevo es ella.
Se le ha encargado volar y traer la rama de olivo, y más importante es organizar cómo rescatará a Venezuela que sentarse a discutir con los fracasados de los últimos 24 años. Machado sólo puede discutir con los grandes del mundo cómo trazará la ruta de la recuperación, y con Maduro los detalles de la ceremonia de cambio de Gobierno.
Lo que cuenta no es la unidad de los enanos bailando alrededor de la gigante, es cómo la gigante se las ingeniará para restablecer la propiedad privada, sus derechos y deberes, y cómo impulsará la creación de millones de empleos dignas. Por algo deberá empezar a reconstruir, y la dignidad de la ciudadanía es un primer paso.