Todo. Ha entrado absolutamente todo. Ha entrado una amnistía para los delincuentes hecha al dictado de los delincuentes. Y vaya delincuentes, lo mejor de cada casa. Entra que la Justicia no actuó conforme a la ley, sino como brazo de una persecución política al independentismo. Entra el asentimiento a que unas comisiones de investigación parlamentarias revisen y anulen procesos judiciales, condenas, lo que haga falta. No estamos ante la típica politización: es una intromisión en toda regla, una quiebra de la separación de poderes sin precedentes. Entra un reconocimiento formal, inédito, a la exigencia de un referéndum de autodeterminación, con inclusión del artículo de la Constitución que se utilizaría para hacerlo. Y lo más insólito y peligroso de todo: entra un mediador internacional en la negociación sobre asuntos que conciernen al orden constitucional, a la integridad territorial y a la igualdad y los derechos de todos los ciudadanos. La inclusión de actores internacionales significa abrir la puerta que permaneció cerrada, en 2017, a un reconocimiento en el exterior de la declaración de independencia de Cataluña.
El golpe separatista fue derrotado y ahora sale triunfador. A cambio, no ceden nada ni le aseguran siquiera la silla a Sánchez. El mindundi al que enviaron a Bruselas dice que es un acuerdo de legislatura, pero se ve que no ha leído el papel que firmó. La fiesta se acabará cuando quiera Puigdemont. Además, para regodearse, así lo ha dicho expresamente. No habrá en la historia reciente de España un documento más degradante. En forma y fondo. Quizá haya que remontarse a las Abdicaciones de Bayona. Cierto, el PSOE no ha firmado la Declaración de Independencia de Cataluña. Pero al tiempo. Esta será la crónica de una capitulación anunciada, pero por más anunciada que estuviera, da vértigo. Cuando se dio a conocer, estaba oyendo a Felipe González hablar de la centralidad del PSOE. Pero ese PSOE del que habla González, y del que ha hablado Feijóo, no existe. Se acaba de publicar su certificado de defunción. Con su firma y la de Puigdemont.
Este artículo fue originalmente publicado en Libertad Digital el 9 de noviembre de 2023