En marzo del pasado año se produjo una ola de calor extrema en la Antártida Oriental, que registró las temperaturas más anómalas por encima de la climatología local jamás registradas. La ola de calor fue el resultado de un patrón climático muy inusual que produjo fuertes vientos del norte e importó aire cálido y húmedo de Australia.
Por Américo Cemino | Infobae
Los modelos de previsión meteorológica predijeron hábilmente la ola de calor con hasta 8 días de antelación. Si bien la ola de calor tuvo lugar poco después del mínimo récord de hielo marino de febrero, las anomalías de la temperatura de la superficie del mar en el Océano Austral tuvieron un impacto mínimo en la magnitud de la ola de calor.
Ahora, un grupo de investigadores del Departamento de Ciencias Atmosféricas de la Universidad de Washington en Seattle, EEUU ha descubierto que un modelo climático ampliamente utilizado no puede simular olas de calor de esta magnitud, pero cuando los vientos del modelo en la atmósfera libre son empujados hacia las observaciones, el modelo puede simular una ola de calor más cercana a las registradas.
Los especialistas sugirieron que las mejoras del modelo en la variabilidad de la circulación atmosférica conducirían a una mejor simulación de las olas de calor.
Entre los registros que determinaron se encuentra una inesperada y creciente floración en la Antártida, que alerta sobre la inexactitud de las predicciones de los modelos hasta la fecha. Sus hallazgos se acaban de publicar en Advancing Earth and Space Sciences.
Sólo hay dos especies de plantas nativas con capacidad de floración en la península Antártica y según identificaron los científicos, ahora están creciendo a un ritmo sin precedentes a medida que aumentan las temperaturas y el hielo comienza a derretirse.
El pasto antártico creció tanto en 2009-2019 como en los 50 años anteriores, mientras que la velocidad de crecimiento de la perla antártica se quintuplicó durante el mismo período.
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