No puede ser de otro modo, para los trogloditas el Estado, el gobierno y el partido representan una sola organización a favor de los intereses de un sector político enquistado en el poder. El oficialismo ha manejado el Esequibo como una herramienta para reconectarse con el electorado chavista, claramente descontento por la pésima gestión gubernamental.
En una campaña roja, rojita, personeros del Estado y del partido oficialista, se han lanzado a la calle en una cruzada, que no engaña a nadie, con un discurso en apariencia nacionalista y unitario, pero manejado de manera maniquea, excluyente y dicotómica, esto es, patriotas y traidores. Han revuelto de nuevo las aguas, para sumar adeptos; basta ver el canal de “todos los venezolanos”.
Muy a pesar de todo, la ofensiva del Gobierno de la República Cooperativa de Guyana sobre el territorio en disputa exige una repuesta nacionalista de la misma contundencia (¿lo será un referendo consultivo no vinculante?). Hemos visto que la agresión guyanesa ha echado mano de las opiniones de connotados dirigentes de la oposición en contra del Ejecutivo sobre el desarrollo de la consulta del 3 de diciembre, para blindar su posición transgresora de los acuerdos de 1966.
Así las cosas, no hay espacio para la duda: la abstención y el silencio no solo de los ciudadanos, sobre todo del estamento político nacional, no tributa a favor de los derechos históricos del país. Hay que pronunciarnos enérgicamente, muy a pesar del manejo sectario de la cúpula que hoy ostenta el poder.
Voces que gozan de un gran reconocimiento han llamado a votar de forma diferenciada en cada pregunta, a fin de no darle un cheque en blanco al gobierno sobre este asunto de interés nacional. Vendrán, con toda seguridad en lo inmediato y en el futuro, otras respuestas de parte de Venezuela. Esta semana es crucial. Apoyaremos la voluntad ciudadana, cada vez más sensibilizada y consciente, en el rescate del Esequibo, advirtiendo a no sumarse al desvergonzado proselitismo político que lleva a cabo el gobierno.