“Desde que llegué a este país mis empleadores me hicieron sentir como en casa, puedo decir que trabajo con una familia de oro, y eso es lo más importante para mí”, cuenta Camila Tigero, una argentina que dio un giro de 180 grados.
Por Clarín
La joven de 27 años -oriunda de Rosario- tomó la decisión de emigrar a Estados Unidos en abril de 2022, cansada de la inseguridad en su ciudad, de acuerdo con sus palabras. “No es una elección fácil, pero tengo la oportunidad de conocer nuevas culturas y adquirir nuevas experiencias. Además, me suelo adaptar rápido a los diferentes entornos”, menciona Camila en una entrevista con Clarín.
Con la ilusión de vivir en el exterior, la licenciada en relaciones públicas se dispuso a trabajar de niñera por medio de una de las empresas más grandes de cuidado de niños. Ella estaba preocupada porque no hablaba fluido en inglés. Pero lo que ella no sabía era que el lugar en el cual residiría había muchos latinos.
El comienzo de una experiencia inolvidable
Todo empezó cuando sus empleadores vieron su perfil en el sitio web de la compañía y les llamó la atención una característica en particular.”Vieron que era de Rosario como Messi, y descubrieron que teníamos algo en común: el fútbol.Fue algo clave para mi contratación”, explica Camila.
“Si bien Suz(NdR: la madre de los chicos), y Matt (el padre) sonfanáticos del fútbol, el hecho de que sea Argentina y me guste el fútbol potenció su interés en el deporte y en mí como niñera”, afirma con orgullo la rosarina.
Luego de haberse definido su destino, viajó en abril de 2022 rumbo a Utah, un estado ubicado al oeste de Estados Unidos. En aquel lugar, la recibió un matrimonio con una hija de dos años y medio llamada Zoey. Camila debía cuidar a esta chica -y aún lo hace- de lunes a viernes, 8 horas por día.
Desde el primer momento, los padres de Zoey la recibieron con mucho cariño, lo que permitió que su experiencia en el exterior sea aún mejor. “Me tratan como una más de la familia, me incluyen en todos sus planes inclusive en los viajes. Eso me hace muy feliz”, aclara con emoción la niñera.
“Mi preocupación era el idioma, tenía un nivel intermedio y pensaba que solo iba a hablar en inglés. Lo curioso es que al llegar me hice varios amigos argentinos. Y aquellos que no eran de mi país sabían hablar español, así que resultó ser más simple”, dice Camila.
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