La trágica historia del esquizofrénico más famoso de EEUU: “Creía que su inteligencia le salvaría del Ángel de la Locura”

La trágica historia del esquizofrénico más famoso de EEUU: “Creía que su inteligencia le salvaría del Ángel de la Locura”

Cortesía

 

Todo el mundo conocía y admiraba a Michael Laudor, el esquizofrénico más famoso de EEUU, uno de esos ejemplos de superación a los que tan adictos son los descendientes del Mayflower. Diagnosticado como tal tras sufrir un brote al poco de matricularse en Derecho en Yale, Laudor pudo, con todo, proseguir sus estudios y acabar doctorándose cum laude. El New York Times publicó un perfil elogioso del joven abogado en sus primeras páginas y el director Ron Howard compró por dos millones de dólares los derechos para dirigir una película sobre su vida que iba a protagonizar Brad Pitt.

Por El Mundo 





Y entonces, un día de junio de 1998, Michael Laudor apuñaló hasta la muerte a Carrie Costello, su novia embarazada, con un cuchillo de cocina. Cuando se entregó a la policía cubierto de sangre, adujo que no le había quedado más remedio: se trataba de una muñeca mecánica enviada para asesinarlo.

La conmoción que vivió entonces toda una nación golpeó con especial fiereza al escritor y periodista Jonathan Rosen, empujándolo al abismo de una pesadilla interminable. Laudor había sido su mejor amigo desde que ambos se conocieron a los 10 años, jugando sobre el césped de un suburbio de Westchester, Nueva York, en 1973. Allí empieza esta historia, que acaba medio siglo después con Michael confinado en un hospital de alta seguridad para criminales dementes donde aún sigue hoy. Una historia que su amigo Jonathan, acosado por la pena, el espanto y la necesidad de comprender, decidió investigar y escribir. El resultado acaba de ser seleccionado por los grandes medios estadounidenses como uno de los diez mejores libros de 2023: The Best Minds: A Story of Friendship, Madness, and the Tragedy of Good Intentions.

«Voy a retroceder cincuenta años. Antes de los titulares escabrosos, el acuerdo con Hollywood, el contrato editorial y el perfil del New York Times del genio modelo a seguir que terminó Derecho en Yale contra todo pronóstico. Antes de los delirios confundidos con historias, y las historias confundidas con la vida. Antes de la ropa elegante que comprabas para una consultoría de gestión y que usabas en el hospital, el centro de rehabilitación y la Casa Gatsby que protegías con un bate de béisbol contra enemigos disfrazados de amigos y familiares. Me remontaré a la época anterior a que te graduaras summa cum laude en Yale, lo que siempre yo llamé summa cum Laudor, pues lograste en tres años lo que yo no logré en cuatro. Antes de la secundaria, donde corrías mientras me golpeaban, y el horror 20 años después cuando me tocó a mí correr. Corro hacia atrás debido a un dolor trágico cuyos círculos irradian en todas direcciones. Perdóname. Sé que en realidad no hay camino. Sé que no hay vuelta atrás».

Así arranca The Best Minds, una obra maestra de la no ficción norteamericana que despliega una historia trágica de amistad al tiempo que discurre sobre nuestra aún deficiente comprensión de las enfermedades mentales y acerca de la delgada línea roja que separa a la genialidad de la locura. Michael y Jonathan fueron dos niños mimados de pudientes familias judías neoyorquinas, devoradores de libros, conversadores brillantes, seguros de que un futuro majestuoso aguardaba en el horizonte. «Pensábamos que, si tu cerebro en un cohete, lo natural simplemente es despegar y subir», dice Rosen. «Sobrevolaríamos la sombra de la existencia ordinaria en nuestro camino hacia el éxito estratosférico».

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