En nuestra entrega anterior analizamos la salida de Carlos Andrés Pérez del poder en 1993. No fue la justicia, no fueron hechos probados de corrupción o denuncias reales de deterioro económico. El país comenzaba un repunte significativo registrando los índices más elevados de crecimiento en Latinoamérica y el mundo. Hoy podemos decir que la antipolítica, la revancha, la conjura de enemigos y su afán de poder, fue el salto a la nada que nos trajo estas tempestades.
Chávez llega bajo el cobijo de los notables, el dinero de los amos del valle, la antipolítica de medios, políticos, intelectuales y un sobreseimiento que no ha debido ser.
Un mar de fondo
Hay muchas verdades sobre el quiebre histórico de la democracia venezolana que no se dicen o se narran a medias. En una entrevista reciente que le hice a Reinaldo Figueredo Planchart, ex canciller y ex Ministro de la Secretaría de CAP [1.988], me comentó sentidamente, que si bien es cierto que Carlos Andrés Pérez se apartó de manera inconveniente de AD en su segundo mandato, aplicando un plan de refinanciamiento de la deuda y tendencia liberal muy agresivo [sin consultarlo a profundidad con los partidos y los gremios], el complot de una serie de intelectuales, empresarios, políticos, notables, para defenestrarlo del poder después del 27-2-1989 [el caracazo], fue un hecho cierto. ¿Quiénes financiaron la campaña de Chávez-98?
Articulados o no, los polvos de agitación político-social que acompañaron el triunfo de Pérez II, se convirtieron en lodos de antipolítica entre manifiestos, cartas públicas, exhortos con barniz de sociedad civil; novelas, campañas mediáticas, cizañas y zancadillas. Esta suerte de “cross fit politic” fue demasiado para un sólo cuerpo. Y llegó el 4F-1992. La pospolítica, la posdemocracia en acción. Contra los tecnócratas, liberales y adeptos del mercado global e imperialista, el antagonismo político representado en la lucha de clases, la justicia, legionaria y reivindicadora. “Es difícil pedirle al pueblo que se inmole por la libertad y por la democracia, cuando piensa que la libertad y la democracia no son capaces de darle de comer y de impedir el alza exorbitante en los costos de la subsistencia; cuando no ha sido capaz de poner un coto definitivo al morbo terrible de la corrupción, que a los ojos de todo el mundo está consumiendo todos los días la institucionalidad…” [Rafael Caldera-1992]. Una cita afinada de lo que ya advertía el pontífice Juan Pablo II sobre las carencias de los pueblos. Pero ¿no tenía el Presidente Caldera corresponsabilidad en la deformación de la democracia que él mismo edificó?
Repasemos qué dijo Caldera en su discurso del 4F de 1992: “Debemos reconocerlo, nos duele profundamente, pero es la verdad: no hemos sentido en la clase popular, en el conjunto de venezolanos no políticos y hasta en los militantes de partidos políticos ese fervor, esa reacción entusiasta, inmediata, decidida, abnegada, dispuesta a todo frente a la amenaza contra el orden constitucional. Y esto nos obliga a profundizar en la situación y en sus causas… Hay un entorno, hay un mar de fondo, hay una situación grave en el país y si esa situación no se enfrenta, el destino nos reserva muchas y muy graves preocupaciones…” Ese Mar de Fondo, estas tormentas sin duda venían de la burocratización de un estado rentista, pesado y clientelar. Pero la antipolítica fue su gran vitrina y su estocada final.
Continúa Caldera: “Cuando ocurrieron los hechos del 27 y 28 de febrero del año 1989, desde esta Tribuna yo observé que lo que iba a ocurrir podría ser muy grave. No pretendí hacer afirmaciones proféticas, pero estaba visto que las consecuencias de aquel paquete de medidas que produjo el primer estallido de aquellos terribles acontecimientos, no se iban a quedar allí, sino que iban a seguir horadando profundamente en la conciencia y en el porvenir de nuestro pueblo” ¿Eran sólo esas “medidas” las que horadaban en la conciencia o acaso otros actores, medios y notables?
Culmina el Presidente Caldera: “Por eso termino mis palabras, rogándole al Presidente de la República que enfrente de lleno, en verdad y decididamente esta situación que, como dije antes, sirve de motivo, o por lo menos de pretexto para todos aquellos que quieran destrozar, romper, desarticular el sistema democrático constitucional del que nos sentimos ufanos”. Queremos hacer una salvedad. El discurso de Caldera es sincero y adecuado. El peso de sus palabras-como hombre de un inmenso respeto y peso político-es inmenso. Y tanto fue acertado desde una visión de cotejo y contraste, que ese discurso lo catapultó a la Presidencia de la República. El tema es que el costo de aquellas palabras abría un boquete en la gobernabilidad de CAP y a la supervivencia de la democracia.
Caldera ya había dicho el 1/3/1989 como senador en el C.N a propósito del Caracazo: “Me parece que sería un error patriótico de la oposición poner contra la pared a Acción Democrática. Obligaría a defender a todo trance y como sea, medidas que pueden producir un daño irreversible…No se le puede pedir sacrificio al pueblo si no se da ejemplo de austeridad. La austeridad en el Gobierno, la austeridad en los sectores bien dotados es indispensable, porque decirle al pueblo que se apriete el cinturón mientras está viendo espectáculos de derroche, es casi una bofetada…” ¿Un ejercicio de mea culpa? ¿Un daño irreversible? ¿Una narrativa seductora a AD como preludio de lo que venía? ¿Austeridad, derroche y bofetada, valores o antivalores de un solo color? ¿Quiénes son los sectores bien dotados? ¿Los notables, los políticos, los empresarios? ¿Era él la excepción?
Teodoro Petkoff, en El Diario de Caracas, dijo: «Pérez llega a juicio por un gazapo que se le escapó. Pero lo que se juzga no es el destino de los 250 millones de bolívares, sino una política completa, un estilo de gobierno, un comportamiento público. El país ya sentenció: quiere revocarle el mandato. Le toca a la Corte Suprema de Justicia hacer posible que el derecho de revocar el mandato a un gobernante felón sea ejercido» Entonces el juicio fue político. Es decir, antipolítico. Así fue sentenciado CAP. Ese fue el mar de fondo que nos hundió a todos.
Un antejuicio express
Comenta Martha Rivero en su obra “La rebelión de los náufragos”: “El Fiscal General, Ramón Escovar Salom se convirtió también en verdadero fustigador de las actuaciones de la Corte Suprema de Justicia…acusándola de estar politizada y de actuar con lentitud. Llegó incluso a señalar, en los días posteriores al 4-F, que la Corte era desestabilizadora”. ¿Correspondía al Fiscal hacer esta clase de señalamientos? ¿Declaraciones preparatorias de lo que sería un antejuicio de mérito express contra CAP, Figueredo e Izaguirre?
Como lo asegura Alberto Arteaga Sánchez: «yo creo que la actuación de Rodríguez Corro y del tribunal fue más circunstancial. Yo creo que fueron coincidencias. No creo que Rodríguez Corro estuviera en ese grupo, porque además había un enfrentamiento entre la Fiscalía y la Corte Suprema. Entre ellos no había ningún entendimiento. Yo creo que fueron las circunstancias» Agrega Ricardo Hausmann: «Había tanta gente en contra del gobierno en ese momento». Estas afirmaciones tienen una doble lectura: i.-Sería un tremendismo político decir que instituciones [Fiscalía y CSJ], políticos, gremios o notables orquestaron un plan de defenestramiento de Pérez, preconcebido, complotado y articulado. Ni el caracazo ni el Golpe de Chávez [92] son hechos que nacen de esa aquiescencia. Pero, ii.-lo que si horadaba la estabilidad de Pérez y del establishment, fue esa narrativa seductora, embriagadora de justicia, propia de la antipolítica. Parafraseando a Haussmann: Había tanta gente en contra de ese gobierno [CAP], que vino el autogol de la historia.
Dice Carlos Raúl Hernández: «Los Notables fueron unos factores esenciales de la antipolítica, y detrás de todos ellos estaba Caldera…Hubo un momento en que en la casa de Uslar Pietri se producían reuniones donde estaban Ángela Zago y Pablo Medina, de la izquierda radical, junto a presidentes de bancos, directivos de Fedecámaras y directivos de medios de comunicación. Es decir, fue un encuentro que produjo Caldera…él fue el gran estratega detrás de Los Notables”. Andrés Caldera Pietri desconoce estas supuestas reuniones y dice que las posiciones de estos actores “fueron simples coincidencias”, circunstancias diría Arteaga Sánchez. Pero coincidencias y circunstancias cuyas prácticas nutrían la despolitización y abono a la posdemocracia. Algunos se preguntarán: ¿Entonces estos grupos no tenían derecho a expresar sus preocupaciones y alertas al poder? Sin duda lo tenían. El tema es que sabían los lodos que traerían, pensando-ingenuamente-que ellos no naufragarían y serían absueltos por la historia.
Quiera Dios. Hubiese preferido otra muerte….
El 8 de noviembre de 1992, el periodista José Vicente Rangel denunció la malversación de 250 millones de bolívares pertenecientes a la partida secreta del Ministerio de Relaciones Interiores. El Fiscal General de la República, para ese entonces Ramón Escovar Salom, inició el antejuicio de mérito y el 20 de mayo de 1993, la Corte Suprema de Justicia lo declaró con lugar. El Senado autorizó el antejuicio el 21 de mayo de 1993. En menos de seis meses, Carlos Andrés Pérez tuvo que separarse de la Presidencia de la República, convirtiéndose así en el único presidente en la historia del país en ser destituido por una acción judicial, quedando Octavio Lepage-Presidente del Congreso-como Presidente encargado de Venezuela.
Recluido en el retén judicial de El Junquito y en su residencia, fue condenado el 30 de mayo de 1996 a veintiocho meses de prisión domiciliaria por “malversación agravada de fondos públicos”. En julio de 1994 pasó a situación de arresto domiciliario al acogerse a un beneficio penitenciario.
Octavio Lepage en su discurso del 04/06/1993 se refirió a la pugnacidad como un daño profundo y permanente a Venezuela. “Los estrategas de la confrontación implacable están equivocados al igual que los profesionales de la violencia…Se lanzaron presagios catastrofistas, se esperaban con mal disimulado regocijo, interminables jornadas de violencia callejera a escala nacional…Los problemas serán transitorios si obramos con unidad y olvidarnos la vieja manera de hacer política”. Pero prevaleció la antipolítica, la pugnacidad, la manera bajuna de hacer política, ruta de miel para el MBR-200, la V república, el juramento del Samán de Güere, un referéndum[constituyente] que no existía en la constitución [1.961] y un reformismo de mote revolucionario del cual aún no salimos, porque aún poco obramos con unidad. El epílogo de esta antihistoria también lo escribieron magistrados de la CSJ.
Y sentenció Pérez el 23/05/93: “Fue en 1992 que brotó la soterrada conspiración civil, que aprovechó astutamente la conmoción producida por la felonía de los militares golpistas. La misma conspiración de hoy que recurre a otros métodos, porque se agotaron todos los demás, desde la metralla y el bombardeo implacable hasta la muerte moral. Si no abrigara tanta convicción en la transparencia de mi conducta que jamás manchará mi historia, y en la seguridad del veredicto final de justicia, no tengo inconveniente en confesar que hubiera preferido otra muerte […] Quiera Dios que quienes han creado este conflicto absurdo no tengan motivos para arrepentirse”.
Esta historia continuará…
@ovierablanco