El caso de los dos agentes del CNI detenidos por espiar para EEUU y filtrar información clasificada hace preguntarse qué es lo que provoca que un agente traicione a su país en beneficio de otro. Los controles internos del CNI sobre el uso de información secreta dentro del centro en este caso han funcionado, al detectar que estos dos agentes estaban filtrando datos ilegalmente. Conocer el porqué ya es otra cosa.
Por El Mundo
Entre sus motivos estaba el más obvio y común, el dinero. Es decir, una parte de la información fue vendida. Pero sin embargo, no todo fue así. El ego y otros motivos personales también han formado parte de esta presunta traición. De hecho, es una práctica habitual por parte de los servicios de inteligencia el intentar reclutar a agentes extranjeros. En el fondo, es una parte básica del oficio del espionaje. Aunque, como en esta ocasión, pueda costar la cárcel a los espías.
Un buen analista de inteligencia o un buen agente de campo saben reconocer los puntos débiles de los objetivos que quieren captar. Así, una manera de motivar es a través del sexo: desde el chantaje a un agente con temas sexuales que podrían afectar a su vida, hasta los casos de captadores/as que utilizan el sexo como método de acercamiento a sus objetivos. Esto se conoce entre otros nombres como “honey pot” (el tarro de miel) o “honey traps” (trampas de miel), casos muy asociados a la Guerra Fría. El escándalo de la espía rusa Anna Chapman, detenida en EEUU hace una década por trabajar para el SVR, ejemplificó recientemente el estereotipo de las modernas mataharis, en este caso incluso reforzado por ella misma con sus posados a lo chica Bond.
En otras ocasiones, en cambio, los objetivos no están interesados en absoluto ni en el sexo ni en el dinero. Es la política lo que les mueve. Uno de los casos más conocidos y graves de traición fue el de Kim Philby, espía del MI6 británico que durante más de 25 pasó información a la KGB de la URSS, junto a otros cuatro amigos suyos conocidos como El Círculo de Cambridge. Se cree que Philby fue reclutado por espías comunistas durante la Guerra Civil española, y poco después comenzó a hacer carrera en el espionaje británico. Por su traición fueron asesinados decenas de agentes y fracasaron montones de misiones.
Otro caso, en este caso del bando contrario de la Guerra Fría, fue el del coronel ruso Oleg Gordievski, que en los años 70 se convirtió en agente doble y trabajó para el MI6. Nunca quiso dinero ni favores, solo un plan de escape para él y su familia en caso de que le pillaran. Su motivación fue ideológica o, si se prefiere, de conciencia: previó el colapso del bloque soviético y renegó de la “destrucción mutua asegurada” que imperaba entre los más radicales. Gracias a él, Margaret Thatcher y Mijaíl Gorbachov tuvieron un primer encuentro muy fructífero que desembocó en una mejora importante de las relaciones con la URSS.
EEUU, CAPTADOR Y CAPTADO
Y al igual que en este caso Estados Unidos ha sido el captador, otras veces también ha sido víctima de captaciones. Uno de sus casos más sonados y relativamente recientes fue el de la agente de origen puertorriqueño Ana Belén Montes, que espió durante más de 15 años para Cuba pese a ser nacida en EEUU y llevar trabajando para lo más alto del Pentágono una vida entera… precisamente como experta en Cuba.
A su vez, no es esta la primera vez que EEUU capta agentes extranjeros entre servicios que se consideran “amigos” (aunque cualquier experto en Inteligencia mantendrá que en este negocio no existen los amigos, sino las relaciones de interés). En el BND, el servicio de inteligencia en el extranjero de Alemania, EEUU también realizó captaciones. Y no hay que olvidar que EEUU, a través de la NSA, uno de sus 16 servicios de inteligencia, espió durante casi 15 años a la ex canciller Angela Merkel, como se descubrió gracias a los documentos de Edward Snowden.
Pese a las buenas relaciones diplomáticas entre Madrid y Washington, tampoco sería esta la primera vez que la comunidad de Inteligencia americana decide actuar por libre. El famoso asalto a la Embajada de Corea del Norte en Madrid en el año 2019 se sospecha que fue un encargo de la CIA a un grupo externo que no fue lo suficientemente discreto.
El caso de estos dos agentes españoles que presuntamente han traicionado a su país tiene un precedente: el llamado caso Flórez, el primer condenado por traición en los años de democracia. En aquel caso, su motivación fue económica, pues quedó demostrado, según la sentencia, que el agente Roberto Flórez ofreció vender información secreta a los servicios de inteligencia de Rusia. Esa misma sentencia no consideró probado que se hubiera consumado la venta, aunque Fiscalía y Abogacía del Estado lo sostuvieron.
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