El Referendum Consultivo para la Defensa del Esequibo fue un fracaso político para el gobierno venezolano; y sus secuelas en otras líneas, tanto políticas como de orden Institucional, ya emergerán como eventos intervinientes en los objetivos declarados por el gobierno así como en los propósitos inconfesables que motivó tal consulta.
Un fracaso en cuanto al propósito abierto y explicitado por la administración gubernamental cual fue “la defensa del Esequibo”. Este fue el primer y mayúsculo factor de fracaso: siendo como es el tema sobre el Esequibo un motivo de unanimidad en la nación, el procedimiento al cual echó mano el Ejecutivo -un referendo consultivo que principalmente emplazaba a los votantes registrados a pronunciarse si estaba de acuerdo con su rescate- fue contraproducente y sin propósito: la gente lo consideró inútil, y el argumento patriótico fue tachado de teatral, patético e ideologizado. El otro lado del fracaso está dado por el intento fallido del gobierno para protagonizar las acciones de “defensa” del territorio en reclamación, copando todos actos e iniciativos con la vieja, gastada y soficante narrativa del partidismo pesuvista y el régimen, olvidando o pretendiendo ignorar que esa estrategia, representada en el gobierno de Maduro, cuenta con un 85 % de rechazo, tanto más que las anclas promotoras del referendo fueron las mismas que desde la Asamblea Nacional y la televisora del gobierno han asfixiado la esperanza, los derechos y las capacidades productivas de los venezolanos.
Fracasó también porque la capacidad de convocatoria del gobierno (capacidad simbólica del Estado) está agotada: el gobierno no dijo nada nuevo, solo amagó con la narrativa ideológico política para justificar un llamado patriótico que el votante no creyó. La actitud del elector fue despectiva frente a la convocatoria, no le importó el ritornelo del 5×5, o 2 y 3. El referendo fue ignorado porque carecía de sentido, no interesó. Fue un ardid más, que incluyó la palabra patria, retorcida y desprestigiada por la realidad “construida” por el gobierno chavomadurista.
El votante venezolano no votó contra Maduro, solo lo ignoró como administrador del Estado, lo cual significa la antesala de una conducta activa y de ruptura cuando efectivamente le corresponda elegir. El precursor de esa conducta electoral tiene fecha: 22Oct, y una buena razón.
Cualquiera sea la cifra que publique el gobierno ya será “periódico de ayer”: nadie la creerá o es que 24 años de embustes no bastan.
Quedan en pié, considerables y viables las propuestas de María Corina Machado como compilación de la experiencia venezolana -patriótica, diplomática de alta gama y soportada por la razón-, a lo que hay que agregarle y tomar en cuenta esta experiencia fallida de lo que no se debe hacer.
De 2, 2: para ella y para estos. En suma cero.