Lo he dicho antes y lo diré de nuevo con todas sus letras: un gobierno de coalición. El tema es crucial considerando que, tras una virtual victoria de María Corina Machado en 2024, los enclaves autoritarios seguirán controlando gobernaciones, alcaldías, cuerpos de seguridad, la infraestructura económica y la alta burocracia estatal y, si se dan las condiciones, todo ello conspirará desde el primer día para hacer fracasar el experimento democrático. El fantasma del golpe de Estado estará recorriendo cada rincón del país y enfrentar ese miedo requiere que todos permanezcamos juntos después de la victoria electoral. No solo debemos ganar juntos, también debemos gobernar juntos.
No podemos despachar ese debate con el vacío argumento de “no tendremos cuotas, trabajaremos con los mejores” porque, a decir verdad, cualquiera podría preguntar “¿Mejores en qué?” ¿Cuál es el criterio para decir que “X” es mejor que “Y” pero peor que “Z”?. No podriamos decir que haremos un concurso de credenciales para elegir ministros y, si tal cosa fuese posible, tendríamos que admitir que, si la experiencia es buena como criterio de selección, los ministros del chavismo y su círculo cercano tienen más de 20 años de experiencia (mala experiencia pero experiencia al fin). No, nada que ver, cancelado y trasmutado.
Construir un gobierno de coalición requiere, además de un Acuerdo de Gobierno Mínimo Común, que ya existe desde antes de las elecciones primarias de la Plataforma Unitaria, reglas colectivas para la designación de ministerios, para dirimir controversias, para establecer la dinámica del Consejo de Ministros, para la asignación de responsabilidades y la rendición de cuentas. Reglas incluso para descubrir que podemos estar juntos pero no revueltos, es decir, para establecer un equilibrio entre cuotas de partidos coaligados en ministerios sin reproducción de tales cuotas a lo intraministerio a efectos de preservar la integridad de la responsabilidad funcionarial.
La primera responsabilidad en la construcción de esa Gran Alianza Nacional es de quién lidera por mandato de los electores a la alternativa democrática, no obstante, todos también tenemos una cuota de responsabilidad. Hay que ser generosos, amplios y establecer acuerdos armónicos, la prioridad debe ser que la democracia que construiremos funcione para sanar las heridas que deja el autoritarismo y dar respuesta a la Crisis Humanitaria Compleja. Así las cosas, no es prudente dejar eso para después, el momento de actuar es ahora.
Julio Castellanos / jcclozada@gmail.com / @rockypolitica