Nicolás Maduro lanzó truenos y centellas para posicionar el tema de la disputa territorial con Guyana y terminó con un ratoncito tal y como el parto de los montes, no podía ser de otra manera, en la reclamación legítima de Venezuela sobre el Esequibo hay demasiados intereses que van más allá de una hipotética solución binacional, además del Caricom y la Confederación de Naciones ex Británicas está China, Brasil y los Estados Unidos, lo que significa que ese arranque de patriotismo de Maduro era seguro que no iba para ninguna parte y por el contrario resultó un autogol, un tiro al pie propinado por él mismo que lo deja en un estado de debilidad que preocupa a La Habana y Moscú por ser sus inmediatos colaboradores en estrategia y socios económicos.
La cifra de participación en el referéndum no se la cree nadie y le resta credibilidad a la oficina electoral del gobierno para organizar una elección presidencial en el 2024, quedó en evidencia que el referéndum fue una respuesta al éxito de las primarias y que no han podido recuperarse, mucho menos contener al huracán María Corina que entiende la situación y sube de nivel y de escenario, para María Corina aplica el mismo principio de una cosa es ser candidato y otra es ser presidente o con claras oportunidades de serlo, como candidata en las primarias desarrolló un discurso radical que con el triunfo y el reconocimiento internacional empieza a administrar para jugar en el centro del tablero como estadista sin desdecirse ni una palabra, la jugada de último minuto de asistir al TSJ no se la esperaban en Miraflores, no cedió nada, ni un ápice en su posición de no reconocer una inhabilitación que no existe, pero jugó para entrar en el sistema y eso es indispensable para llegar al poder, salvando las distancias y los personajes recordemos al Chávez candidato de 1998, hizo una campaña de engaños para ser aceptado por el sistema, mintió y volvió a mentir hasta que le creyeron y canales de televisión, diarios de circulación nacional, empresarios y personalidades en Venezuela y en el resto del mundo lo reconocieron y apoyaron, se convirtió en el candidato del sistema que tenía como plan destruir al sistema económico, político, social e histórico de Venezuela para construir nada, su utopía revolucionaria nos dejó como legado a Maduro que ha sido un hueso duro de roer, pero con el surgimiento de una líder que se mueve con paso firme y convicción democrática, el tiempo de oscuridad paso a paso está cediendo y la esperanza del cambio ilumina la voluntad de cara al futuro.