La Navidad de Lionel Messi en Rosario: una costumbre argentina que jamás negoció

La Navidad de Lionel Messi en Rosario: una costumbre argentina que jamás negoció

Postal navideña de los Messi

 

A pesar de haberse ido a Barcelona con 13 años, Leo solamente pasó la Nochebuena del 2020 en Europa por la pandemia. Después, siempre regresó a su ciudad natal para brindar

Las Navidades de la familia Messi siempre transcurrieron en el Barrio La Bajada, en Rosario. Ahí se armaba el asado con íntimos y vecinos, se sacaban las mesas a la calle y se descorchaba después de las 12. Eran los años 90 y Lionel ya daba cátedra con la Categoría 87 de Newell’s en el predio Malvinas Argentinas. Pero el nene zurdo no llegaba cansado ni a Nochebuena ni a fin de año. El amor por la pelota siempre podía más. Por eso, podía agradecerle un rato a Papá Noel si le regalaba una bicicleta, una pelota o una camiseta de la Lepra, pero enseguida se ponía a pelotear en la vereda. La reunión familiar en las Fiestas es algo que nunca negoció ni el año en que fue fichado por el Barcelona.

Por Infobae

El domingo 17 de septiembre del 2000 Messi viajó de Rosario a Buenos Aires y partió desde Ezeiza junto a Jorge, su papá, y Fabián Soldini, uno de sus primeros representantes. Lagrimeó, sí, pero estaba seguro de que venían tiempos hermosos para él y su fútbol. Ese fútbol que tuvo que postergar en Newell’s cuando le limitaron la ayuda económica para su tratamiento hormonal y mudó a Barcelona, donde le abrieron las puertas de par en par. Fue duro el inicio, porque la prueba que hizo no generó el fichaje inmediato. Sin embargo, con el correr de las semanas -ya estando de nuevo en Rosario- lo llamaron para avisarle que tenía que armar las valijas en febrero de 2001 para instalarse definitivamente en suelo catalán. La Navidad del segundo milenio pudo ser la última en su ciudad natal; el amor por sus raíces y cultura impidió que eso sucediera.

Una fotografía familiar de los Messi en Barcelona, año 2001

 

Lionel Andrés no sabía en la Nochebuena del 2000 que diez días antes Carles Rexach, secretario técnico del Barcelona, le había firmado en una servilleta (la famosa servilleta) al intermediario rosarino Horacio Gaggioli, luego de jugar un partido de dobles de tenis en el Club Pompeya, que él certificaba su fichaje en La Masía. Los Messi alzaron las copas y despidieron el Siglo XX con algo de nostalgia. Sabían que sus vidas cambiarían completamente a inicios del 2001. La aventura europea comenzó con todos los integrantes de la familia: Jorge, Celia, Rodrigo, Matías, Lionel y María Sol. Pero la adaptación para la mayoría fue difícil. A los pocos meses, los únicos que quedaron fueron papá y el hijo varón menor. Para colmo en abril, en el que fue su segundo partido contra el Tortosa, Leo se fracturó el peroné izquierdo y quedó afuera hasta junio. Una lesión de tobillo complicó aún más su vuelta a las canchas, que venía postergada de forma oficial en el Infantil B del Barça debido a que Newell’s no enviaba la documentación de su pase (FIFA tuvo que intervenir y recién allí lo habilitaron).

Ese año 2001 fue muy duro para Lionel y toda su familia. Sin embargo, no claudicaron frente a las adversidades que se presentaron. Jorge lo incentivó durante toda la recuperación y entendió que era necesario para ambos recargar energías en sus pagos en esas Fiestas. Volvieron a Rosario para las vacaciones de verano y Lionel tuvo que lidiar con la extraña sensación de querer permanecer en su ciudad, con sus amigos, con su familia, con su idiosincrasia. El horizonte no estaba claro. Ni por asomo se imaginaban que explotaría al punto tal de convertirse en uno de los mejores futbolistas del planeta. En Barcelona todavía algunos lo miraban de reojo por su contextura física y su condición de sudaca. Además, no hablaba casi nada ni interactuaba con sus compañeros hasta que tomó confianza. Y esa confianza se la ganaría, con el correr del tiempo, a base de goles y buenas actuaciones. Tras el brindis navideño, el pan dulce y un asado de Año Nuevo, Jorge y Lionel armaron las valijas nuevamente.

Los cuatro hermanos Messi: Rodrigo, Matías, Lionel y María Sol

 

De la mano de Tito Vilanova, entrenador del Cadete B, culminó esa temporada con 9 goles en 10 partidos. El sol empezó a asomar. Y ya en la 2002/2003, con el Cadete A, explotó completamente con 38 tantos en 31 encuentros. Ya acomodados y confortados en Cataluña, Jorge y Lionel regresaron para las Fiestas del 2002 con la frustración a cuestas de lo que había ocurrido con la selección argentina dirigida por Marcelo Bielsa en el Mundial de Corea-Japón. Fantaseaban con ver a Lío con la celeste y blanca, pero ni se les pasaba por la cabeza una futura citación para la siguiente Copa del Mundo en Alemania ya que ni siquiera tenían hasta allí la atención de los ojeadores de las Juveniles. Su mayor anhelo, al levantar las copas en 2002, se cumpliría al año siguiente.

El crecimiento futbolístico del rosarino fue exponencial en la 2003/2004, cuando ya acaparó la atención de todos los medios locales e internacionales. Inclusive en Argentina empezaron a hacerse eco del “nuevo Maradona”. Del Juvenil B pasó al A, saltó al Barcelona C y terminó jugando en el Barça B, equipo filial del club y último peldaño antes de codearse con los profesionales. Soldini, su agente, se comunicó con Claudio Vivas, ayudante de campo de un Bielsa que acababa de renovar contrato con la Selección Mayor, y le acercó un VHS con sus jugadas en seis partidos de las inferiores del Barcelona. El cassette pasó a manos de Hugo Tocalli, entrenador de la Sub 17 que sin margen para conocerlo en persona ni tiempo para citarlo excluyó a Messi del Mundial de la categoría que se llevó a cabo en Finlandia. Desde la selección española, donde por ejemplo jugaba su compañero de club Césc Fábregas, ya lo sondeaban para nacionalizarlo. Pero él no quería saber nada y aguardó por el llamado de Argentina post Mundialito.

Messi junto a Ezequiel Garay y Pablo Vitti, en el Sub 20

 

La decisión en la Selección estaba tomada: iban a convocar al pibito rosarino del Barcelona de un momento a otro. El Sub 20 de Argentina disputó el partido por el tercer puesto del Mundial de la categoría (derrota 2-1 con Colombia) el 19 de diciembre de 2003. Tocalli no creyó oportuno blindarlo en esa competición ya que Leo era Categoría 87 y los mayores eran 83. Entre otros futbolistas, viajaron a Emiratos Árabes Unidos Fernando Cavenaghi, Pablo Zabaleta, Javier Mascherano; y no lo hizo Carlos Tevez, que disputó la Intercontinental en Boca frente al Milan. Los Messi alentaron al equipo juvenil argentino a la distancia por última vez, en vísperas de la Navidad de ese año. Fue la última que celebró sin indumentaria propia del seleccionado nacional.

Fue Julio Humberto Grondona el que aceleró los protocolos para confirmar un amistoso entre el Sub 20 de Argentina y su par de Paraguay. En realidad, el evento fue una excusa para garantizar que la joyita del Barça fuera fichada por la Albiceleste y ya no contaría para España. El 29 de junio de 2004, cinco días después de haber cumplido la mayoría de edad, Messi entró en el segundo tiempo en cancha de Argentinos Juniors y convirtió un tanto para el 8-0 de Argentina (los otros fueron del Pitu Barrientos -2-, Ezequiel Lavezzi, Ezequiel Garay, Pablo Vitti y Federico Almerares -2-). Fue su carta de presentación para lo que sería el Sudamericano 2005 en Colombia. Y el Mundial de Holanda.

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