La cantante británica de un talento único convivió con su adicción a las drogas y el alcohol que quedó expuesta sobre el escenario hasta su último show en la capital serbia
La próxima llegada de la cinta biográfica de Amy Winehouse ha hecho que reviva el interés por la fascinante historia de la cantante británica. Dotada con una voz prodigiosa, una personalidad única sobre el escenario y letras crudas y llenas de poesía, Winehouse se consagró como una de las artistas más importantes de su generación. Con tan sólo dos álbumes de estudio, la crítica, la prensa y, por supuesto, el público estuvieron de acuerdo en que tan sólo era el inicio de una trayectoria llena de éxitos, pero la cantante de 27 años luchaba contra varios demonios que terminaron por vencerla aquel 23 de julio de 2011 cuando fue encontrada sin vida tras una ingesta desmedida de alcohol.
Por Infobae
Lo cierto es que Winehouse ya había arrastrado varias conductas erráticas a lo largo de sus últimos años de vida, negándose a ingresar a rehabilitación y protagonizando varios momentos escandalosos que fueron las comidilla de los tabloides por mucho tiempo. Todas estas situaciones alcanzaron su punto de no retorno el 18 de junio de 2011, cuando Amy brindó un último y desastroso concierto en el Kalemegdan Park de Belgrado en Serbia.
Una carrera marcada por el exceso
El segundo y último álbum de Amy, Back to Black había salido en 2006. Ya desde entonces, Winehouse estaba en una constante lucha contra sí misma para poder alejarse de las drogas. Sus adicciones llegaron a tal punto que la ceremonia de los premios Grammy donde la cantante de apenas 24 años había arrasado con una competencia conformada por nombres de la talla de Beyoncé, Foo Fighters y una joven Taylor Swift, no pudo asistir debido a que se le negó la visa a tiempo por sus constantes problemas con la ley.
Los años venideros no fueron mejores. Tras su ausencia en los premios Grammy de 2008, un video circuló en los medios con Amy Winehouse consumiendo crack. A pesar de apenas lograr mantenerse de pie, Winehouse continuó brindando shows alrededor del mundo, y como era de esperarse, la gran mayoría de estos se destacaron por el terrible semblante que Amy tenía sobre el escenario.
Varios minutos y hasta horas más tarde, tambaleándose, apenas logrando interpretar pequeños versos de sus propias canciones mientras sus coristas salvaban la función.
2009, el principio del fin
¿Cómo es que se le permitió a Winehouse presentarse de esa forma durante tanto tiempo? Muchos apuntan a Raye Cosbert, quien se convirtió en mánager de la cantante poco después de que Back To Black saliera al mercado. Cosbert ya había trabajado con Amy cuando aún giraba en pequeños bares londinenses, pero ahora, siendo Amy el gran producto de la década, era necesario explotarlo vendiendo todos los boletos posibles sin importar la calidad del show que la intérprete estaba dando.
También se acusa a su padre, Mitch Winehouse, de haberse hecho de la vista gorda ante la evidente autodestrucción de su hija, pues a pesar de todo el caos, el dinero seguía fluyendo.
Presenciar un concierto de Amy entre 2008 y 2009 era una situación de suerte: a veces subía al escenario una Amy portentosa cuya voz generaba escalofríos hasta la última fila, y en otras ocasiones, apenas se podía mantener de pie. En ese último año, Amy también tuvo que lidiar con el divorcio de quien consideró su alma gemela: Blake Fielder-Civil, a quien le dedicó Back to Black, quien también fue clave para el proceso de autodestrucción de la cantante.
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