ChatGPT fue la gran estrella del Foro Económico Mundial del año pasado, ya que la capacidad del incipiente chatbot para codificar, redactar correos electrónicos y escribir discursos cautivó la imaginación de los líderes reunidos en esta elegante ciudad de esquí.
Cat Zakrzewski || The Washington Post
Pero este año, el enorme entusiasmo por el potencial económico casi ilimitado de la tecnología va acompañado de una evaluación más clara de sus riesgos. Jefes de Estado, multimillonarios y consejeros delegados parecen coincidir en sus preocupaciones, pues advierten de que la floreciente tecnología podría potenciar la desinformación, desplazar puestos de trabajo y ahondar la brecha económica entre países ricos y pobres.
En contraste con los temores lejanos de que la tecnología acabe con la humanidad, el año pasado se pusieron de relieve los peligros concretos que suponen la avalancha de falsificaciones generadas por IA y la automatización de puestos de trabajo en redacción y atención al cliente. El debate ha adquirido una nueva urgencia en medio de los esfuerzos mundiales por regular esta tecnología en rápida evolución.
“El año pasado, el tema de conversación era ‘caramba’”, dijo en una entrevista Chris Padilla, Vicepresidente de Asuntos Gubernamentales y Normativos de IBM. “Ahora, ¿cuáles son los riesgos? ¿Qué tenemos que hacer para que la inteligencia artificial sea fiable?”, agregó.
El tema se ha apoderado de la conferencia: Las mesas redondas con directores ejecutivos de IA, como Sam Altman, son lo más visto en la ciudad, y gigantes tecnológicos como Salesforce e IBM han empapelado las calles cubiertas de nieve con anuncios a favor de una IA fiable.
Pero las crecientes preocupaciones sobre los peligros de la IA están ensombreciendo el bombardeo publicitario de la industria tecnológica.
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